Faro guía del rock estatal, Loquillo desembarca en Porreres el próximo 3 de julio con la gira 30 años Rock'n'Roll Star a cuestas. Un recorrido musical que abarca todas las facetas del artista, desde el rock más despeinado hasta sus aproximaciones a la poesía.
Tres décadas de reivindicación hacia cualquier postura con la que estuviera disconforme dan buena cuenta de cómo Loquillo ha sabido decir 'no' en el momento oportuno, «eso se aprende a base de hostias», sentencia. «Ahora ese problema no lo tengo, nadie dirige mi vida. Sin embargo, no hay que perder nunca la capacidad de transgresión, el rock está en estado de emergencia, ha perdido su carácter de manifiesto, y el rock tiene que molestar porque es el grito de la calle, el ensalzamiento de los valores del populacho cabreado».
Al rockero le inquieta la educación musical que mana de la radio fórmula, «es un horror, incluidos algunos compañeros de generación de quiénes no entiendo su aletargado estado de acomodamiento».
Los artistas cuyas trayectorias despuntan longevas corren el riesgo de aclimatarse en la rutina, en el caso de Loquillo cada uno de sus reversos creativos transmite, precisamente, su rechazo al inconformismo. Ha musicado poesía de Benedetti, Biedma o Papasseit, también aloja su variopinta prospección musical la huella de la Beat Generation, una corriente narrativa conceptualmente emparentada a la filosofía del rock, «con quince años leí El camino de Jack Kerouac, fue una auténtica revelación que me sirvió para madurar en todos los sentidos». El artista no esconde su nostalgia hacia las décadas de los ochenta y noventa, «siempre he pensado que nos pasamos el día mirando hacia atrás, ahora hasta la escena indie vive un dejâ vu, todo está inventado y quizá la pregunta del millón sea: ¿hemos tocado techo?».
Loquillo: «El rock está en estado de emergencia, ha perdido su carácter de manifiesto»
Xavi Solà | Palma |