Nisan Ben-Abraham, el primer rabino descendiente de «chuetas», mallorquines de origen judío, regresa estos días a su Mallorca natal para divulgar el judaísmo a los descendientes de conversos que aún viven en la isla. «Mi misión es enseñar lo que significa el judaísmo y cuáles son sus normas a quien le interese», dice a Efe este rabino de 53 años sobre la labor que ha empezado a desempeñar al frente de un grupo de mallorquines que ha regresado recientemente a sus raíces judías.
Se trata de algunas decenas de personas pero Ben-Abraham cree que «hay muchos más» que buscan retornar a la fe y cultura de sus antepasados.
En sentido amplio, los «chuetas» ("xueta» en mallorquín) son descendientes de los judíos de Mallorca que fueron obligados a convertirse al cristianismo con el Edicto de Expulsión de 1492. Una definición más precisa incluye como tales sólo a unas 15.000 personas que descienden de un grupo condenado por la Inquisición a fines del siglo XVII.
Ese es el caso de Ben-Abraham, cuyo apellido original, «Aguiló», pertenece a uno de los quince linajes de conversos condenados en 1691 por practicar en secreto el judaísmo y cuyos nombres quedaron en la conciencia mallorquina por aparecer en los sambenitos que estuvieron expuestos largo tiempo en el Convento de Santo Domingo.
El tiempo no borró su origen chueta -a diferencia de lo que ocurrió con la mayoría de conversos- y en consecuencia sufrieron segregación y fueron condenados a la endogamia.
«Hasta hace unos 50 años los chuetas quedaron como grupo separado del resto de la población en Mallorca, se casaban solamente entre ellos y tenían un comportamiento un poco diferente de los demás», declara el rabino en un castellano erosionado por más de 30 años de estancia en Israel y el empleo del mallorquín -su lengua materna- durante la infancia.
Recuperar el pasado
Tras un largo proceso de búsqueda espiritual, Ben-Abraham, escriba de profesión y padre de doce hijos, llegó a Israel en 1978 con el objetivo de recuperar el pasado judío de sus antepasados, para lo cual se sometió a un estricto proceso de conversión ortodoxa, exigido a aquellos cuya madre no es judía.
Hace poco fue nombrado «rabino itinerante» de cuatro nuevos núcleos de comunidades judías en Palma de Mallorca, Barcelona, Alicante y Sevilla, que visitará dos semanas al mes a petición de la ONG «Shavei Israel» (Retornar a Israel).
Esta organización se dedica desde hace dos décadas a buscar descendientes de conversos por todo el mundo y agilizar su regreso al judaísmo aunque hayan pasado decenas de generaciones fuera de las tradiciones judías.
Para Ben-Abraham, no se trata de una «actividad proselitista», que el judaísmo prohíbe, sino de facilitar que «cada judío pueda tener libre acceso al conocimiento que desea de una forma directa y personal, y no sólo por internet».
«Shavei Israel» representa un cierto aperturismo en el seno de la ultraortodoxia porque considera que recuperar a «hermanos perdidos», como los chuetas, es un precepto básico que no siempre debe requerir el estricto proceso de conversión, ni al que deben ponerse obstáculos burocráticos ni rabínicos.
De la mano de esta ONG, el periodista y escritor mallorquín Miquel Segura -otro de los quince apellidos de los sambenitos mallorquines- acaba de «retornar» al judaísmo sin necesidad de pasar por ese proceso.
A diferencia de Ben-Abraham, Segura demostró que tenía origen chueta por línea materna desde hace tres siglos y, por tanto, pidió ser reconocido como judío porque «uno no puede convertirse a lo que ya es», explicó en conversación telefónica desde Mallorca.
El nombramiento del primer rabino chueta ha despertado la ilusión entre los suyos por la carga simbólica que tendrán sus visitas a la isla, la primera de las cuales realizó a principios de mes.
«Es idóneo. Tiene la idiosincrasia. Le comprendemos mejor y él nos comprende mejor a nosotros. Y además... `habla mallorquín!», comenta Segura sobre su común origen con el rabino.
«Ojalá se quedara permanentemente», anhela Segura, autor de libros como «Memoria Xueta» (1994), sobre la historia y tradiciones de los conversos mallorquines.
Consciente del simbolismo que rodea su labor, Ben-Abraham asume su nueva función desde un profundo sentimiento de compromiso con sus antepasados para «reintegrar» a los chuetas y otros conversos que lo deseen «al pueblo del que fueron separados por la fuerza» hace cientos de años.