Una leyenda marinera de amor y tragedia, pero sobre todo, el relato de un pueblo de pescadores de principios del siglo XIX con el mar -que todo lo da y todo lo quita- como protagonista fundamental, eso es «La marea de San Pedro», la segunda novela gráfica del joven artista mallorquín Tomeu Pinya.
«La marea de San Pedro» (Astiberri), de la que Pinya es guionista y dibujante, nos habla de una historia de amor con tintes trágicos, de un triángulo amoroso en el que los jóvenes protagonistas, Pedro y María, luchan por su afecto en contra del todopoderoso y celoso potentado de las barcas, el padre de María.
Inspirada en la balada «Illa María» del grupo de rock mallorquín «Tots Sants», del que Pinya tomó los nombres de los personajes y la esencia del relato, la novela gráfica cuenta también la rutina diaria de un pueblo de pescadores, «una rutina de fatalidad», apunta Pinya en una entrevista a Efe.
«Esta gente sale cada noche a pescar y no sabe si va a volver; ellos juzgan el mar y se fían de su habilidad como marineros y de sus barcas, pero en el fondo aceptan que la fatalidad y la muerte son parte de sus vidas», añade Pinya (Mallorca, 1982).
La novela tiene una estructura que va a lo esencial, tanto por la manera de contarla, con pocos diálogos y ritmo pausado; como por la forma de dibujarla, en blanco y negro y con trazos «violentos».
«Es una historia que está construida con voluntad de ser sobria y de contar cosas concretas de manera que funcionen, sin que haya nada que recargue o que venga a entorpecer el hilo principal de las cosas».
De hecho, los personajes están construidos con líneas que definen su personalidad: sencillas en el caso de los jóvenes y complejas para el padre. Y el ritmo, con pocos diálogos, tiene un tono intimista.
El mar es la otra gran figura del relato, «el cuarto puntal, el protagonista cuyo carácter más ha costado definir. No es sólo un escenario ni un telón de fondo, sino que está implicado en la historia como actor principal», señala el autor.
Y es que durante el proceso de investigación Pinya se encontró con «miles de leyendas» en torno al mar y a los marineros, pero en particular halló una figura recurrente, la de la mujer que espera al hombre. Una imagen que encontramos ya en la Odisea y que está presente en la novela.
«Todavía hoy -agrega el guionista y dibujante-, cuando yo dibujaba esto, las mujeres de los marineros del Alakrana estaban esperando que ellos volvieran, y no sabían si los iban a volver a ver».
«Creo que es una historia para ser degustada poquito a poco, con un cierto ritmo que te permite disfrutar de lo que le está pasando a cada personaje en cada momento», concluye Pinya.