Si alguien quiere una obra de teatro ligera, que se olvide de La muerte y la doncella. Emilio Gutiérrez Caba, Luisa Martín y José Sáiz escenifican en el Auditòrium de Palma esta historia de perdón y venganza, memoria y olvido. La obra, escrita por Ariel Dorfman, ya se pudo ver ayer y hoy se ofrecerá una segunda representación a las 18.30 horas.
Los actores avisan: «Interpretamos a tres personas en constante conflicto y tensión». No es para menos, conociendo el argumento: en plena post-dictadura chilena una mujer se topa con el médico que la torturó y decide tomarse la justicia por su cuenta. «Es un personaje complejo que atraviesa un sinfín de emociones. Siente tantas cosas como minutos tiene la función», explica Luisa Martín, asidua en los últimos tiempos a los papeles dramáticos. «Yo era una actriz cómica, ¡y hace unos años que siempre me toca llorar!», bromea.
Quince años después de ser torturada, la protagonista «vive en constante tensión, en una calma falsa. Políticamente correcta. Pero eso puede estallar». Como apunta Gutiérrez Caba, la trama «le remueve muchas cosas a la gente. El tema de la tortura y de las cosas que suceden en regímenes totalitarios es algo que, aunque a veces creemos que ya nos queda lejos, no nos pasó hace tanto». Así, la obra se convierte en una invitación a reflexionar sobre la idoneidad de pasar página rápidamente «o si hay que abrir el libro y comenzar a sacar cuentas», dice Martín.
El texto de Ariel Dorfman es la obra iberoamericana más representada de todos los tiempos. «En países tan inteligentes como Argentina, Uruguay o Chile, esta obra nos recuerda que en sus dictaduras ha muerto tanta gente que remueve la conciencia», dice el protagonista. Según creen, esa «calma tensa» que invade a los protagonistas también está presente en nuestra sociedad: «La muerte y la doncella viene bien para reflexionar sobre la memoria histórica».