El Nobel de Literatura 2009 recayó ayer a la escritora rumano-alemana Herta Müller, narradora del desamparo y voz de las minorías alemanas en los países del centro de Europa. Su obra dibuja los paisajes de los desposeídos «con la concentración de la poesía y la objetividad de la prosa», según el fallo difundido por la Academia Sueca en Estocolmo.
La escritora, que vive en Berlín desde 1987, nació en Nytzkydorf (Rumania) en 1953 en una familia de la minoría alemana. Muchos alemanes en Rumania fueron deportados a la Unión Soviética, como le ocurrió a la madre de Müller, que pasó cinco años en un campo de trabajo en la actual Ucrania.
El primer encontronazo de Müller con la Rumania oficial llegó en 1979, cuando fue despedida de su trabajo como traductora en una fábrica por negarse a colaborar con la Securitate, el servicio secreto de la Rumania comunista. Su primer libro, Niederungen (En tierras bajas) también fue motivo de conflicto: el manuscrito reposó durante cuatro años en la editorial antes de poder publicarse censurado, en 1982.
«No sé si el premio tiene que ver con que se cumplan 20 años del fin del régimen comunista. Pero todo lo que he escrito tiene que ver con que tuve que vivir 30 años bajo una dictadura», dijo ayer Müller en conferencia de prensa al ser interrogada sobre el posible matiz político del premio. «Para la gente que ha vivido en las dictaduras las cosas no terminan cuando cambian los tiempos».
Müller tiene publicados cuatro libros en España, aunque sólo dos, En tierras bajas y El hombre es un gran faisán en el mundo, están disponibles en el catálogo de Siruela, pero no se encuentran en las distribuidoras. En Madrid, las librerías recibieron la noticia del Nobel sin ejemplares de estos libros y lo mismo sucedió en Palma, en las li consultada por este diario. «Son libros que tuvimos cuando se editaron, lo mismo sucedió el año pasado cuando ganó Le Clèzio», explicaron desde Àgora.