Un trabajo sobre el legado del guitarrista y compositor Pere Antoni Alemany (Palma, 1862 - 1952), firmado por los investigadores Irina Capriles y Antoni Mir, se publicará en la revista especializada Roseta, de la Sociedad Española de la Guitarra, que edita la Universidad Complutense de Madrid. El texto ofrece un análisis de las partituras recopiladas, transcritas o compuestas por Alemany e ilustra sobre las tendencias estéticas más populares en su tiempo.
«Con nuestra investigación queremos darlo a conocer, hemos quitado el polvo a un personaje interesante y nos parece significativo el interés demostrado por Roseta sobre este músico mallorquín», comentó Irina Capriles. «Los guitarristas son muy curiosos, se interesan por todas las novedades y queremos que sepan que este fondo existe».
El legado o fondo Alemany, que fue profesor de Bartolomé Calatayud, uno de los grandes guitarristas de Balears, llegó a manos de Antoni Mir gracias a otro guitarrista, Bartolomé Quetglas, fallecido en 2005, y está integrado por 256 partituras, 35 de las cuales son anteriores a 1900. La mayor parte son para guitarra.
El fondo, añadieron estos investigadores, «ilustra el repertorio de guitarra, de música popular y culta, que se interpretaba en Mallorca entre 1880 y 1930, tanto en los salones privados como en las sesiones de cine mudo y café, en las que él tocó». También destacan la «dedicación» de Alemany como «copista y transcribiendo» del repertorio para guitarra, lo que, en aquel tiempo, «en el que no había la facilidad de hoy para conseguir partituras», le convirtió en un divulgador de la música de los autores de su tiempo como, por ejemplo, Granados, Albéniz o Tárrega; de mallorquines como Miquel Mestre o el propio Calatayud o de compositores universales, Beethoven, Verdi, Schubert, entre otros.
Según Mir y Capriles, Alemany, a su condición de intérprete y docente como profesor de guitarra, unió la de inventor, creando la máquina de trillar Victoria. Su esposa y su hija habían fallecido antes de que se instalara en Calvià, hacia 1934, y los últimos años de su vida los pasó en La Misericòrdia.
Como intérprete «viajó por el extranjero con una orquesta de ocarinas que él mismo creó», comentó Mir. Éste último resalta la amistad de Alemany con Albéniz y avanza que «gracias a ella nos ha llegado el relato de que cómo el mismo Albéniz le explicó que un paseo por la Caleta de Santa Ponça le inspiró su obra Rumores de la Caleta». Cabe recordar que aún hoy los estudiosos de Albéniz no se han puesto de acuerdo en si esta pieza está inspirada en una playa de Mallorca o de otra localidad.