Desde que el arquitecto Pere Rabassa anunciara, a principios de 2008, su intención de presentar un proyecto para modificar la actual cubierta de sa Llonja, han sido muchas las opiniones que se han ido escuchando a favor y en contra de prescindir de este tejado de cuatro aguas instalado en el siglo XVII en el edificio de Sagrera. Ahora, con la aprobación del proyecto por parte de la Ponencia de Patrimoni, este asunto vuelve a estar en la calle y son muchos los expertos que analizan los pros y los contras de esta decisión que atañe a uno de los edificios góticos más importantes de Ciutat.
Rabassa, quien dirige el proyecto de ejecución de las obras de rehabilitación del edificio de Sagrera, anunció, al inicio de la reforma, en 2008, que su intención era recuperar la cubierta original plana, tal y como la ideó Sagrera. Esta última afirmación no es compartida por otros expertos, quienes, como Marià Carbonell, aseguran que fueron los mercaderes, los que le encargaron el edificio, quienes la querían plana. Sin embargo, «según la documentación que los técnicos [de Patrimoni] han aportado, no hay duda de que siempre se habla de terraza y no de cubierta», comentó el historiador Miquel Deyà, representante de la Societat Arqueològica Lul·liana en la Comissió de Patrimoni Històric. «Otro debate sería si se debe mantenerse un añadido del siglo XVII en un edificio del XV», dijo.
La directora del Museu de Mallorca, Joana Maria Palou, considera que hay dos cuestiones a tener en cuenta: «La conservación del monumento y el rigor histórico, y si quitar la cubierta ha sido por un tema puramente estético no sería correcto». Palou comentó que «para un tema tan importante como sa Llonja debería haber habido un debate entre especialistas», y añadió que desconoce «cuál es la base de esta decisión [la de la Ponencia Técnica de Patrimoni] ni en base a qué documentación han respetado el rigor histórico».
Otros historiadores, como Guillem Rosselló Bordoy, recuerdan que en los sesenta, con motivo de la limpieza general de sa Llonja, ya se hablaba de eliminar la cubierta «y se han tardado cuarenta años en hacer algo que ya estaba definido». «Si la terraza plana del edificio cuenta con las vertientes dispuestas hacia las gárgolas es porque Sagrera las necesitaba y si se añadió la cubierta no sabemos por qué», reflexionó el historiador.
Por su parte, el historiador del arte José Morata entiende que, «por sentido común, es más seguro para sa Llonja un tejado que una azotea con baldosas cerámicas». Cabe recordar que antes del proyecto presentado por Rabassa, Fomento tenía proyectada una cubierta de madera laminada forrada por láminas de cobre. Ahora, la nueva cubierta plana de sa Llonja estará protegida por una baldosa cerámica, una técnica habitual en las catedrales góticas, según dijo Rabassa en 2008.
El secretario de ARCA, Joan Pascual, apuntó: «Desde un primer momento nos sedujo la idea de recuperar ese ágora pública, y apoyamos lo que dicen los científicos que es más adecuado, sin tomar una postura dogmática, y lo que es mejor para sa Llonja siendo coherentes con lo que proyectó Sagrera». Respecto a las humedades que sufre el edificio, Pascual añadió que uno de los males de sa Llonja son los cristales, ya que generan «una cámara de condensación» en el interior.