MARIANA DÍAZ
El compositor Antoni Martorell, perteneciente a la orden de los franciscanos, falleció ayer en La Porciúncula a los 95 años debido a las complicaciones derivadas de una caída reciente. En este lugar se celebrarán hoy las exequias a las 12.00 horas. El funeral por su alma será hoy también, a las 20.00, en la Basílica de Sant Francesc de Ciutat.
Antoni Martorell era una de las figuras más respetadas de la música clásica balear. Merecedor de distinciones y premios, su fama no se circunscribía a las Islas. Roma era otra de las plazas donde fue muy aclamado, pero sus composiciones se escuchaban en cualquier lugar del mundo, no sólo en directo, sino mediante las grabaciones de las mismas.
Para quienes le conocimos, aunque fuera un poco, parecía que el elegante Antoni Martorell no cumplía años, tal era la vitalidad de una personalidad arrolladora que lo mantenía joven y lleno de creatividad. De hecho, el pasado verano se fue de vacaciones con papel y lápiz para componer. Pero no sólo escribía música, sino que ofreció su saber en libros, conferencias, artículos, lecciones, discursos que salieron de su austero despacho en el colegio de Sant Francesc, donde trabajaba en compañía de un piano y rodeado de libros.
El joven Antoni Martorell había ingresado en La Porciúncula como seminarista en marzo de 1913. Nacido en Montuïri, ya de niño demostró una facilidad para la música que le ayudaría, entre otros reconocimientos, a contar con un festival con su nombre o a estrenar una pieza ante el Papa Benedicto XVI, la Paraliturgia de San José Obrero.
Con su título del Conservatorio Superior de Valencia, se trasladó a Roma. Allí estudió composición, amplió estudios con los mejores maestros y leyó sus tesis doctoral. En Roma fue profesor en diferentes instituciones y director de la Comisión Diocesana de Música Sacra, entre otras muchas actividades.
En 1982 regresó a Mallorca tras su jubilación y aquí también comenzó a desplegar gran actividad musical reconocida por todos. Gori Marcus, gerente de la Simfònica, decía ayer que con su muerte «hemos perdido a un patriarca de la música» que «desde su regreso de Roma trabajó sin descanso». Marcus destacó su «jovialidad» y que «era un gran compositor y un gran músico».
El pianista Miquel Estelrich, que estrenó sus Danses popular a les Illes Balears, le recuerda como una persona «entrañable» que «cuando volvió de Roma recuperó el contacto con los músicos de Mallorca» y describió su muerte como «una pérdida sustancial para nuestra música». En cuanto a su obra, la calificó de «sincera».
También lamentó su pérdida el compositor Josep Prohens, director del Conservatori Superior, que lo definió como «referente musical de las Islas», recordó que «exportó nuestra música folclórica por toda Europa», así como que muchos alumnos del Conservatorio estudiaron con sus textos y no olvidaron su «calidad humana»
El padre Martorell, como se le conocía popularmente, estrenó su última pieza, titulada Pasacaglia, en septiembre de 2008, dentro del Festival Internacional d'Orgue que lleva su nombre. Fue en el órgano recién restaurado de Sant Francesc, una labor de rehabilitación a la que él dedicó muchos años por encargo de su comunidad. En 2007 había hecho lo propio con Cantico delle creature, en el Teatre Principal.