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Restaurar los vitrales de la Santíssima Trinitat de la Seu costaría 360.000 euros

La historia de las vidrieras del templo ha sufrido varias modificaciones en el siglo XX, antes y después de Gaudí

Foto de la Capella de la Trinitat, tomada la semana pasada por la mañana en la Seu, en la que se ve el contraste entre la luz cegadora de los vitrales neogóticos del XIX y la luz densa de los de Gaudí, situados a ambos lados del rosetón, que también fue obra suya.

MARIANA DÍAZ

Restaurar los actuales vitrales de la Capella de la Santíssima Trinitat de la Seu, muy deteriorados, costaría, según los presupuestos encargados por el Cabildo, 360.000 euros. Este dato renueva la controversia sobre que las vidrieras neogóticas de 1889, -manufacturadas artesanalmente por el taller Amigó de Catalunya, pero siguiendo modelos industriales-, presidan el lugar más importante del templo. El 26 mayo de 2008, la Ponencia Técnica de Patrimoni del Consell negó al Cabildo el permiso para sustituirlos por un diseño del arquitecto y artista italiano Constantino Ruggeri, alegando que este último proporcionaría mucha luz «afectando a la reforma de Gaudí».

Esta afirmación se contradice con la propia historia de los ventanales de la Seu; una historia que en el siglo XX sufrió cambios anteriores y posteriores a Gaudí, el más cercano el de Barceló, que abrió los cinco de la Capella del Santíssim en 2004 con un proyecto que no fue el que le había aprobado el Cabildo y que sí autorizó entonces el Consell. Todos estos movimientos, que se documentan en las alegaciones presentadas en junio de 2008 por el Cabildo al Consell, o en el libro Vitrales de la Catedral de Mallorca, de Llorenç Tous y Pedro Coll (Palma, 1993), han implicado continuos cambios en la percepción de la luz natural en el interior del templo.

En 1904, Gaudí crea el rosetón ubicado encima de la Capella de la Trinitat y dos vitrales para la Capella Reial; en 1926 se inicia un plan de apertura de ventanales en el templo en distintas capillas, hasta entonces un recinto cerrado y bastante oscuro; en 1981, un colectivo denominado Catedral Art impulsa nuevas vidrieras; en 1989, los dos vitrales de Gaudí se sacan de su lugar original y se colocan a ambos lados de la Capella de la Trinitat, donde había cristales Amigó, y el hueco dejado por los de Gaudí lo ocupan los del catalán Pere Canaves.

Las vidrieras de Gaudí, con superposición de tres piezas de vidrio soplado partiendo de un color base, ofrecen una luz densa; las de Amigó, -que no fueron un diseño exclusivo para la Seu y se hicieron con planos de recortes coloreados-, a determinadas horas del día, especialmente por la mañana, trasparentan una luz cegadora que anula el conjunto de la capilla. Sólo hay que darse una vuelta por la Seu para verlo.

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