JONAS CLIMENT
Carlos López, presidente de Sony-BMG Music Spain, participará como profesor en El nuevo negocio de la música, un curso de gestión profesional que se imparte en ocho ciudades españolas, entre ellas Palma. Aquí, el encuentro tendrá lugar del 26 al 28 de noviembre en la Cambra de Comerç de Mallorca (C/ Estudi General, 7, Palma). Más información en la página web www.seminariosdelamusica.com.
-¿Es ruinoso el nuevo negocio de la música?
-El negocio de los discos es tremendamente ruinoso porque la gente roba las canciones en internet. Cuando las cosas se pueden tener gratis o pagando, todo el mundo elige lo que es gratis siempre que no les persiga la policía. Sin embargo, el mercado no ha sido tan ruinoso en los últimos años porque la música en directo ha funcionado bastante bien, aunque, ahora, se ha visto alterado por la crisis.
-¿Las discográficas también se benefician de los conciertos?
-Desde hace mucho tiempo, Sony ya no es una compañía de discos, sino de música. Con algunos grupos hacemos un contrato discográfico, pero con muchos otros tenemos contratos de asociación, entre ellos Pereza o La quinta estación. Trabajamos juntos y hacemos un reparto de los beneficios que obtenemos.
-¿Qué dicen las estadísticas de la bajada en la venta de discos?
-La venta de fonogramas baja cada año un 15 por ciento en todos los sitios. Sólo que en España se nota más porque se nos da muchísimo mejor robar que inventar y somos muy rápidos. El mercado para los chavales de 15 hasta 25 ha desaparecido prácticamente. Son los que más consumen música, pero no la pagan. Mientras que en determinado tipo de música para más adultos, como Rocío Jurado, se nota menos.
-¿Qué porcentaje representa entonces para la compañía la venta de fonogramas?
-La música vendida en forma de CD, DVD o descarga legal todavía supone el 70 por ciento de la facturación de la compañía, pero ese porcentaje va decreciendo más cada vez.
-¿Desaparecerá el CD?
-Imagino que, en ocho o diez años, el CD se quedará en un 10 por ciento, aunque no desaparecerá del todo como el casete. La mayor parte de la música será digital pero, antes, habrá que esperar unos 3 ó 4 años para que los sistemas de compresión electrónicos, como el MP3, sean realmente buenos porque hoy en día son una mierda.
-¿Y el vinilo?
-El vinilo aguanta porque hay un rollo de coleccionismo y son bonitos y gustosos de tocar. Estamos sacando una colección de AC/DC en vinilo, el disco de El canto del Loco o el de Raphael.
-Una nueva forma de consumir música son los servicios de suscripción online, en los que dispones de música ilimitada sin necesidad de bajar ningún archivo.
-Sí, nosotros ya los estamos haciendo con pixbox.com. Pagas unos cuatro euros mensuales y tienes todos los discos que quieras, incluso te los puedes bajar a tu Ipod, pero cuando dejas de pagar la cuota, dejas de tenerlos.
-Las canciones sueltas ganan terreno al disco. ¿La vida es muy corta para escuchar canciones de relleno?
-La vida es corta y, además, se han hecho muchos discos de mierda, con una o dos canciones buenas y ocho basura. Pero la gente es sabia y los discos buenos se siguen vendiendo bien.
-¿Por qué hay tanto rencor contra las discográficas?
-Las compañías han sido bastante desvergonzadas y se han aprovechado pasando vinilos a CD, vendiendo otra vez discos que habían hecho ya antes, sin gastarse un duro y diciendo que estaban digitalizados, algo que cuesta cuatro pelas. Tenemos lo que nos hemos merecido.
-¿No es el emule un castigo desorbitado?
-La pena que se ha impuesto, robar la música, tampoco creo que sea justa. Ni siquiera porque los coches sean caros se merecen los concesionarios que entren a robárselos. El pecado ha existido y estoy de acuerdo en que la gente se desencante, pero no debe permitirse que se robe la música.
-Canon digital. ¿Sí o no?
-Estoy en contra del canon porque se ha hecho tan mal que la gente cree que el canon es para suplir la piratería. Creen que como pagan el canon, pueden piratear. Yo soy partidario de que no se piratee y no pagar un canon porque el canon es muy difícil de repartir y da lugar a sospechas justificadas de la gente.