MARIANA DÍAZ
¿Es la Platja de Palma un lugar adecuado para albergar una delegación del Museo de El Prado como se ha anunciado? ¿Es El Prado un museo viajero como el Louvre, que se instalará en Abu Dhabi (Emiratos Àrabes) gracias a un contrato millonario? ¿Una franquicia de este tipo ayudaría a rehabilitar una zona degradada de la costa como ocurrió en Bilbao con la colección Guggenheim y la ría? Margarita Nájera, recién nombrada gerente del Consorcio de la Platja de Palma, dijo a este diario, sobre que El Prado se instale en la Platja de Palma, que es «una idea que me encontré» encima de la mesa, que «está muy verde» y que «es una posibilidad que hay que estudiar y evaluar». Lo que seguramente desconocen Nájera y los hoteleros, -éstos son, al parecer, los inspiradores de dicha idea-, es que tanto en Mallorca como en Menorca hay obras que pertenecen al fondo de la Pinacoteca Nacional.
La Comandancia General de Balears, el Museu de Mallorca y el Museu de Menorca cuentan con obras cedidas por El Prado desde el siglo XIX. Es lo que se denomina 'El Prado disperso', obras que también se hayan depositadas en ministerios, embajadas y otros organismos de representación del Estado.
El boletín de El Prado de 1993 dedica uno de sus capítulos a El Prado: Cuadros depositados en Palma de Mallorca. Según la publicación, en el Museo de Mallorca hay una veintena de cuadros llegados en varias remesas a partir de 1877. Así lo corroboró ayer Joana Maria Palou, directora del centro.
En la Comandancia General de Balears (Palacio de La Almudaina) cuentan con una quincena de cuadros del fondo de El Prado, como confirmó ayer el teniente coronel Antonio Ortiz, depositados en 1942 en la antigua Capitanía General. «Sí, aquí hay cuadros de El Prado y, cada cierto tiempo, vienen expertos de Madrid a comprobar su estado», señaló Ortiz.
Mientras que en Maó cuentan, desde 1948, con cuatro lienzos llegados de la Pinacoteca Nacional al Museu de Menorca, entre ellos tres de Francisco Bayeu (1734 - 1795).
Escenas alegóricas, religiosas, bodegones, algún paisaje o retrato componen la iconografía más habitual de estas piezas, datadas casi todas a finales del XVIII y el XIX.
El Prado comenzó a prestar sus obras en depósito cuando se crean los museos provinciales de Bellas Artes, a finales del XIX. Palou recuerda que estas obras se enviaban a casi todos lo museos provinciales «para vestirlos». También comenta que «a raíz de una orden parlamentaria, en los pasados años ochenta se hizo un importante trabajo para conocer el estado de todas estas piezas», lo que realizó un equipo de conservadores y ayudantes de El Prado.