JONAS CLIMENT
Gilbert Shelton (1940, Houston) es uno de los grandes artístas del cómic underground norteamericano. Sin embargo, ahora que el Casal Solleric acaba de inaugurar una más que justificada retrospectiva Freak Out (la primera de su vida), el dibujante está sorprendido, casi asustado, por la buena acogida del público (incluidos sus compañeros de gremio) y la atención de los medios. Acompañado por su mujer, repasa algunas de claves de su vida.
-¿Qué tal está resultando su experiencia en Mallorca?
-Nunca había venido tanta gente a verme. Estoy muy impresionado con el museo, la exposición y, especialmente, con el catálogo. Nunca me habían dedicado una retrospectiva y, además, he venido gratis a Mallorca. Estoy muy contento de estar aquí. Ayer cogí el antiguo tren a Sóller y fue muy divertido.
-Usted vive en Francia. ¿Está más a gusto en Europa?
-Los cómics son más importantes en Europa que en EE UU, y esa es una de las razones. También he vivido en Barcelona durante dos años cuando empezó El Víbora y fue muy divertido conocer a dibujantes como Collado o Max.
-Es gracioso, Max también pasó por su muestra en la Nit de l'Art. ¿Qué le parece su obra?
-Max es un maestro del cómic, sabe contar historias y también es un gran artista.
-Otro dibujante de cómic que vive en Francia es el gran Robert Crumb. ¿Se ven por allí?
-Sí, vive en el sur de Francia. De hecho, mi mujer, Laura, es su agente así que ella le ve más que yo. Aunque Robert Crumb tiene un carácter solitario, le gusta sentarse solo en su estudio y dibujar todo el tiempo. No es muy social.
-¿Y usted? El tópico es el del dibujante retraido.
-[«Crumb es mucho peor», se adelanta su mujer»] Sí, yo estoy en un punto intermedio, entre introvertido y extrovertido. Pero es verdad que la mayoría de dibujantes de cómic son introvertidos y se pasan la vida dibujando y esa es la razón por la que muchos son malos, porque no saben nada de la vida real.
-Usted fue uno de los pocos no admitidos en la fraternidad de su universidad.
-Fue una buena cosa porque, a cambio, mi vida social se desarrolló en torno a una revista de humor [The Texas Ranger] de la Universidad de Texas, de la que me convertí en editor. Esa fue mi verdadera educación. Además, teníamos nuestra propia escena social y con el dinero que ganábamos cada mes con la revista montábamos una gran fiesta.
-¿Una fiesta de 'frikies'?
-Para nada. Había músicos y Janis Joplin era parte del grupo social. Todo el mundo era feliz. A ella le influenció tanto como al resto, se conviertió en una fiestera.
-Luego vivió el gran movimiento hippy de San Francisco. ¿Para qué se fue allí?
-Quería ser un artista de pósters como Moscoso, Griffin, Mouse, Kelly, Jess Wilson. Mis amigos compraron una imprenta e imprimíamos pósters de rock, pero quedaban mal, así que tuvimos que publicar cómics en su lugar porque no necesitan tanta calidad.
-¿Qué recuerda de sus inicios en el cómic?
-Mi primer cómic fue una parodia de Supermán, Wonder Wart-Hog. Nunca fui un gran fan de los superhéroes. De hecho, no creo que nunca haya leído un cómic de Marvel. Prefiero hacer cómics sobre la vida real y que sean didácticos de alguna manera. Por ejemplo, hay gente como los Freak Brothers y ahí reside parte de su éxito.
-¿Qué otros aspectos fueron claves en el éxito de sus cómics?
-Son fáciles de leer. Además, tras descubrir que podía vender los derechos de autor al extranjero, intenté hacer bromas que se podían traducir. Mientras que los cómics que usan juegos de palabras, que son muchos, no se pueden traducir.
-El humor es fundamental en su obra.
-Quería ser humorista. Es algo que viene de la tradición de las revistas de humor universitarias, aunque ahora ya está completamente muerta. Esas revistas fueron mi educación y también de otros artistas, como Terry Gilliam [cineasta y Monthy Pithon], que fue editor de la revista del Occidental College de Los Angeles. Somos buenos amigos.
-Obama y McCain. ¿Quién sería un mejor personaje de cómic?
-Ninguno de los dos tiene un fuerte sentido del humor. Intentan ser alegres, pero no son ingeniosos. El último tío ingenioso fue Jack Kennedy, él podía hacer una broma. Incluso Lyndon Johnson podía bromear, tenía un sentido del humor tejano que es muy crudo y obsceno. Pero ahora son tiempos serios, sea quién sea el presidente va a pasar un mal rato. El sistema está roto. La economía va mal y hay dos guerras al mismo tiempo.