GABRIEL SABRAFIN
Los payeses que en la madrugada del 12 de junio de 1858 llegaban a Ciutat, decidieron dar marcha atrás. La columna de humo que se veía en la lejanía, y el sonido de las campanas parroquiales entre las que destacaba n'Eloi, la principal de la Seu, les hizo pensar que Palma estaba siendo devorada por un incendio monstruoso declarado en la madrugada y que, en realidad, destruyó en pocas horas el Teatre Principal inaugurado el 19 de noviembre anterior, tras cuatro años de remodelación, con el nombre de Teatro de la Princesa.
Las causas del fuego no llegaron a establecerse nunca, pese a las diligencias gubernativas incapaces de señalar el origen del incendio, en el que algunos involucraban al empresario teatral por haber actuado irresponsablemente en el montaje de la ópera Macbeth, estrenada cuatro noches antes.
Félix Cagé, el autor de las pinturas del techo y el telón del teatro, era el responsable de los decorados del espectáculo, que había resultado un éxito, destacando la magia correspondiente a la escena de la gruta, con abundancia de fuegos artificiales que, al parecer, no fueron apagados completamente.
Los rescoldos se reavivaron con el teatro ya cerrado y tres horas después, cuando se desplomó el techo, los bomberos, tropa, marinería y paisanos congregados, nada pudieron hacer para sofocar el fuego.
La columna de humo era impresionante y se obligó a desalojar las viviendas próximas.
Sólo la fachada del teatro continuó en pie, los daños interiores fueron totales pero, curiosamente, Palma no se resignó.
Seis días después se comunicó la catástrofe al gobierno central y poco después se recibió una ayuda de 13.500 duros, se libraron acciones por 5.000 más y, añadiendo los 22.000 cobrados del seguro, se decidió la reconstrucción.
El escenario se ensanchó, se reconstruyeron los pisos, se amplió el local con la adquisición de cuatro viviendas vecinas y se encargó de la decoración y pintura del techo el mismo Félix Cagé, cuya obra perdura.
Dos años después, el 14 de setiembre de 1860, la reina Isabel II, acompañada por su esposo, Francisco de Asís, llegó a Mallorca para inaugurar el teatro que ahora iba a conocerse como Teatro del Príncipe de Asturias, al que un mes antes se había dotado de iluminación por gas.
Hubo música sinfónica, recitados poéticos y la representación de La Campana de la Almudaina, del mallorquín Palou y Coll, que un año antes había obtenido un clamoroso éxito en Madrid.
Desde entonces, los cambios efectuados en el Principal fueron varios. Funcionó como cine, fue remodelado el foso y los camerinos y, ahora, tras más de cuatro años cerrado, una nueva ampliación abrió una sala pequeña en la parte superior y suprimió la escalera de mármol en el hall que, curiosamente, procedía del monumento a Isabel II derribado por la república en la Plaça de la Reina y sin que se sepa donde ha ido a parar. La pintura de Cagé continúa en su sitio, adornando el techo de la sala grande.