Fue la noche del viernes cuando Ana Belén volvió a Palma. Al Auditòrium. Toda la gente que pacientemente formó cola para presenciar el show de la madrileña, salió dos horas después repleta, satisfecha.
Suele decirse que el público palmesano es reacio a las grandes demostraciones. Sin embargo, anteanoche aplaudió a rabiar, coreó algún tramo de cierta canción y se resistió a dejar a solas a Ana Belén tras bambalinas.
La excusa para reencontrarse -la cantante y su público- fue la presentación, después de siete años, de su nuevo álbum discográfico, Anatomía. Un ramillete de canciones bonitas. Como las del gran letrista y todo lo quieras ponerle al tío que se apellida Sabina: Pobrecita de mí, el gran homenaje biográfico a Ana con claras referencias a su calle, a su barrio, a su condición de mujer. Pero también cantó una balada jazzeada del mismo Sabina y García de Diego llamada Sálvese quien pueda, lo mejor de la noche, por clima y porque estéticamente sus músicos se dieron el gustazo de relajarse y entregar un gran momento.
Pero como ella misma dijo al inicio, el concierto no sería otra cosa que un recorrido, un camino, un viaje por los sentidos. Olores, miradas, sabores, texturas, sonidos.
Con dos pianos, una guitarra, un bajo, un saxo, la percusión y el batería sobre el escenario, Ana Belén demostró que sigue jugando en las grandes ligas.
Con su voz clara y potente, de un impecable rojo, arrancó con Derroche y calmó el subidón con una canción del último trabajo, Otro nuevo planeta, un gran acierto. Porque este trabajo de Ana Belén, Anatomía, fue meticulosamente elaborado por ella misma y su productor, el reconocidísimo Javier Limón, todo un icono.
Llegarían luego Rayo de sol, un homenaje a la música de autor italiana, Me gustaría, de Bebe; El hombre del piano, un clásico en la voz de Ana Belén; Eh, míster Lennon, de Sabina y Parsons, y O que será, la bellísima canción de Chico Buarque.
La gente, entregada totalmente. En ese clima sonaron Si te vas, de Litto Nebbia; Rumbo al sur, de Guerrero, y Nací en el 53.
Con un muy buen sonido, con una banda ajustada y versátil, variando del rock al pop, de la balada al son, del jazzito a la guajira, Ana Belén cerró con Consuelo, Pobrecita de mí y Sólo le pido Dios, todas vitoreadas y aplaudidas de pie.
Mucha Ana Belén. De la autentica, de la buena.