MARIANA DÍAZ
«Recuperación, restauración y reconstrucción». Así describe el compositor Antoni Martorell los trabajos que, desde 2004, se han llevado a cabo en el órgano histórico de la basílica de Sant Francesc, una pieza diseñada por el organero Jordi Bosch en 1771. Tras varios siglos de historia y de avatares, el instrumento volverá a sonar a partir del próximo día 18 con un concierto inaugural a cargo de Roberto Marini y la bendición del obispo Jesús Murgui.
¿Cómo será el sonido? «Estos días, los operarios de la empresa del experto Gerhard Grezing, que fue la contratada para dar nueva vida al órgano, dan los últimos toques a las armonizaciones y afinaciones de los tubos. El instrumento tiene ante sí una dura prueba, tras años sin sonar. Al concierto del 18 seguirá otro el 19 con Juan de la Rubia y el 20 con Arnau Reynés y la escolanía de los Nins Cantors.
Martorell, encargado por sus compañeros franciscanos de supervisar la rehabilitación, explica que el órgano se reconstruyó según «el criterio de Bosch», un organero «que no hacía nunca un instrumento igual, al siguiente le iba añadiendo las innovaciones del momento». El de Sant Francesc y el de Santanyí son los más importantes de la Isla. Son 'gemelos' de Bosch, pero no iguales. Respecto al primero, en el siglo XXI, siguiendo la filosofía de Bosch, la tradición se aunó con la tecnología y los materiales de más calidad en una restauración «muy costosa».
«El órgano de Bosch se ha actualizado, le hemos añadido las ventajas de la técnica digital, una memoria de registros que ayuda al trabajo del organista, es como el avión, que va más rápido que el tren». Martorell destaca la «calidad» de las aleaciones de los metales, de hasta el 90%, de los tubos, que son de plomo, zinc y estaño. «Esto hace que el sonido sea compacto y cálido». Así sonará el instrumento de Sant Francesc.
En el interior del órgano, todo es nuevo, los tubos de madera, «de la mejor», y de metal; en el exterior, el mueble y los tubos horizontales, lo que se denomina «trompetería de batalla o lengüetería», son los originales. El conjunto está integrado por tres órganos, el mayor, el expresivo y el solista, detalle erudito que para los profanos se convertirá, sencillamente, en un «sonido cálido, muy agradable», según Martorell.
No sólo los franciscanos recuperan un bien de alto valor patrimonial, sino que lo hace toda Mallorca con la incorporación al legado cultural de un instrumento que dará a la música, y a la liturgia, muchos días de gloria. El órgano de Bosch, que había sido un «enfermo al que curaban muchos médicos», según Antoni Martorell, sufrió una reforma, «que fue fatal», a mediados del siglo XX y durante la Guerra Civil «lo quemaron». Estos y otros factores llevaron a los franciscanos a plantearse en 2002 «una reforma radical» que el obispo Teodoro Úbeda había autorizado en 2000. Para ello hubo que conseguir financiación y la pusieron, por orden de importe, el Consell, Gobierno central, Govern, Ajuntament de Palma y Fundación Banc Sabadell. En total, casi un millón de euros.