Con la oposición frontal de los mallorquines, Sa Llonja fue convertida en fábrica de cañones durante la Guerra de la Independencia (1808 - 1814), cuando España luchaba contra los franceses, que la habían ocupado camino de Portugal.
El historiador Àngel Aparicio, experto en fortificaciones, acaba de dar por finalizado un trabajo de investigación sobre este asunto, que Ultima Hora desvela por primera vez, justo cuando se celebra el 200 aniversario de la citada contienda y cuando van a comenzar las obras de rehabilitación del edificio, largo tiempo esperadas.
Como hasta ahora, que igual ha servido para acoger una exposición que un acto institucional o un cóctel, en el pasado, el edificio que Guillem Sagrera construyó en el siglo XV como sede de la casa de contratación tuvo, esporádicamente, diversos usos. En la primera mitad del siglo XIX, igual fue escenario de bailes de militares, como de clases de dibujo, pero lo que más irritó a los mercaderes locales fue que tras el cierre de la fábrica de cañones de Barcelona por orden de Manuel Godoy, para que no cayera en manos del enemigo, se ordenara que sa Llonja se convirtiera en Real Fundición de Mallorca.
Fueron muchas las gestiones que hicieron las autoridades del Consolat durante años para intentar parar el proyecto, pero, a pesar de todo, éste se llevó a cabo.
Con el rey Fernando VII exiliado en Bayona, sur de Francia, el Consejo de Regencia, desde Cádiz, da la orden de que en Mallorca se monte una fábrica donde fundir los cañones que habían quedado inutilizados al cerrar la de Barcelona.