La fría noche madrileña, con lluvia incluida, no deslució el desfile de estrellas que pasaron por la alfombra, otra vez verde que no roja, del Palacio de Congresos del Campo de las Naciones de Madrid donde se entregaron ayer los XXII Premios Goya. Las nominadas al premio a la mejor actriz Belén Rueda y Maribel Verdú, acapararon la atención ante la ausencia del más buscado: el nominado al Oscar Javier Bardem, que no se dejó ver en los minutos previos a la gala.
Belén Rueda acudió a la ceremonia de los Goya ataviada con un escotado vestido rojo de Carolina Herrera, el pelo suelto y luciendo la mejor de sus sonrisas. La protagonista de El Orfanato entró acompañada del joven Roger Príncep que a sus nueve años estaba nominado al premio al mejor actor revelación.
Minutos antes hizo su aparición por la alfombra Maribel Verdú, vestido plateado con la espalda descubierta, también su compañera de reparto y nominada al Goya a la mejor actriz, Blanca Portillo. La última de las cuatro nominadas al premio a mejor actriz protagonista en desfilar ante los objetivos fue Emma Suárez, que llegó vestida totalmente de negro y con la espalda al aire desafiando la fría noche madrileña.
Sin embargo, quien centró todas las miradas fue Elsa Pataky, que llegó con el pelo recogido y un vestido de brillantes color carne de Versace con un escote mareante.
Otra de las que acaparó más flashes fue Natalia Verbeke, de rojo y con un escote palabra de honor, acompañada por su novio, el torero Miguel Abellán. Y a falta de Pe, buenas son hermanas. Mónica Cruz, de negro de Dolce&Gabbana.
También pasaron por la alfombra Juan José Ballesta, dos de los guapos oficiales, los televisivos Hugo Silva y Alejo Sauras, y también el veterano José Sacristán, que llegó con un sombrero negro. Además de Alfredo Landa, del lado de los chicos, las miradas también se centraron en el otro orgullo patrio en Hollywood, al margen de Javier Bardem, el también nominado al Oscar Alberto Iglesias, que llegó a la gala sobriamente vestido de negro.