«Intenta parecer un periodista serio». Ése es el encargo. Así que ahí va: según las estimaciones de la Policía Local de Palma, unas 50.000 personas salieron a la calle para disfrutar de la revetla de Sant Sebastià. La hora punta fue a las once y media de la noche. La plaza con más afluencia, la de Espanya. 13.000 personas fueron a ver lo que queda de la Electric Light Orchestra. En la Plaça Joan Carles I apenas había unas 3.500 escuchando a Echo & The Bunnymen, que aún son Echo & The Bunnymen.
Palma tiene una población de unas 400.000 mil personas, así que 50.000 no parecen tantas, y más teniendo en cuenta que muchos de los que el pasado sábado estaban en las plazas de Ciutat no son llonguets. Eso sí, los que estaban le ponían más ganas de las que parecen haberse tomado en Cort para hacer el cartel de las fiestas. Entre otras razones, porque los foguerons siguen allí y para muchos son el epicentro de la Revetla. A las diez de la noche había que echarse a la guerra para hacerse un sitio para torrar el botifarró. En Joan Carles I tocaban Amarillo. Pirat's Sound Sistema, en la nueva plaza dedicada a la electrónica estrenada a base de dancehall jamaicano. NoCrows en la del Olivar, un escenario extravagante. De hecho, la de la Reina fue una de las dos plazas que cerró más tarde y a la que se arrastró todo el mundo cuando el resto iban echando el cierre.
En la Plaça Major te asaltaba una sensación extraña. Si solía ser la que mayor concentración de gente registraba año tras año, en esta ocasión mostraba una imagen bastante diferente. Al folk de Música Nostra quizás le sienten mejor las distancias cortas.
En Cort están tocando Rock & Press: con un par, le pegaron un repaso a Grosske desde el escenario. Otro rincón que ha cambiado considerablemente de orientación. Se han acabado los botifarrons pero no el vino. Echo & The Bunnymen tocan The Killing Moon. Ha sido un concierto a la altura de su leyenda: uno de los mejores grupos británicos de los ochenta, con Ian McCulloch y Will Sergeant aún en forma.