CARLES DOMÈNEC|PERPIGNAN
El filólogo Antoni Maria Alcover (Manacor, 1862- Palma, 1932) realizó en agosto de 1906 un recorrido por 52 localidades del área pirenaica. El viaje formó parte de una serie de excursiones filológicas por los territorios de habla catalana, con la intención de recopilar los matices dialectales de cada una de las zonas. Cien años después, el Institut d'Estudis Catalans (IEC) ha organizado una versión reducida, de siete días, del trayecto de Antoni Maria Alcover durante mes y medio. El trabajo de campo del mallorquín permitió la elaboración de un gran diccionario global, como primer paso para la confección del normativo «Diccionari català-valencià-balear», que no vio terminado, y que se finalizó con la ayuda de su colaborador Francesc de Borja i Moll. El monumental proyecto empezó a ver la luz en el año 1926 y finalizó en 1962, treinta años después de la muerte de Alcover.
La excursión del IEC empezó el pasado sábado en Perpignan, llegó el domingo a Prada de Conflent y el lunes estuvo en Montellà i Martinet. Hasta el 27 de agosto, visitará Andorra la Vella, Seu d'Urgell, Sort, Esterri d Àneu, Vilaller, Vall de Boí, Torre de Cabdella, Pobla de Segur y Tremp. En cada parada, Ramon Sistac, delegado del presidente del IEC en Lleida, y Pilar Perea, especialista en la obra de Alcover, explicarán la importancia del trabajo del estudioso mallorquín.Los organizadores prevén la colocación de una placa conmemorativa en cada localidad, una exposición de tres plafones portátiles con información sobre Antoni Maria Alcover y la presentación de la reedición del «Dietari de l'excursió filològica 1906».
En Perpignan, tras diversos problemas organizativos que motivaron el cambio inesperado del lugar del homenaje, la placa se descubrió en una de las calles del centro de la capital del Rosellón. En Prada, sede de la Universitat Catalana d'Estiu, el recordatorio se ubicó en la plaza más concurrida de la población francesa, a menos de cinco metros de una inscripción en piedra que recuerda a Pompeu Fabra, otra personalidad fundamental en la normalización del catalán, y con quien Alcover estuvo enfrentado durante años. Un mes después de la salida de Alcover, realizada junto al catalanista alemán Bernhard Schädel, el de Manacor presidió en Barcelona el Primer Congrés Internacional de la Llengua Catalana. La cita estableció las bases de los proyectos posteriores de fijación y depuración de la lengua literaria. El mallorquín, conocido por su actividad catalanista como Apòstol de la Llengua, presidió la sección filológica del IEC a partir de 1911 y tuvo el cargo de corresponsal de la Academia de Buenas Letras de Barcelona. Seis años más tarde tuvo un enfrentamiento con algunos miembros del instituto y con la Lliga Regionalista, por lo que tuvo que limitar al contexto balear su trabajo en el Diccionari. Su polivalencia le ofreció la posibilidad de dedicarse a múltiples facetas: arquitecto, filólogo, rondallista, escritor, jerarca de la diócesis mallorquina, historiador y promotor cultural. Nació en la possesió de Santa Cirga, en Manacor.