Corría el año 1958 cuando la revista «Pulgarcito» dio la oportunidad a Francisco Ibáñez de crear una serie. Sólo le pidió una cosa: Que estuviera protagonizada por dos detectives no muy listos y que uno de ellos usara algún tipo de disfraz. Esa petición se transformó en uno de los fenómenos del mundo del cómic nacional más duraderos y famosos: Mortadelo y Filemón. Ahora, la editorial mallorquina Dolmen acaba de sacar al mercado «El mundo de Mortadelo y Filemón», donde Miguel Fernández Soto repasa la biografía de esta peculiar pareja de detectives. En el 2000, Miguel Fernández publicó «Mortadelo y Filemón, cuatro décadas de historietas». Era un primer paso que con el tiempo se ha convertido no en una segunda parte, si no en «un libro más profundo», según el autor. «Quería empezar desde cero, ir descubriendo todo de nuevo». Lo que más le llamó la atención fue que hasta el 2000 «nadie había pensado en repasar la historia de la pareja de detectives, ni siquiera tras la película de Guillermo Fesser». Fernández atribuye este hecho a dos cuestiones: «Nadie se había puesto manos a la obra y nadie había logrado obtener la información necesaria». Fernández sí logró la motivación y la documentación, estudiando y analizando los personajes desde sus inicios hasta el presente.
«El libro se nutre básicamente de las historietas y de informaciones que he ido recopilando durante siete años». No habló con Ibáñez, no muy dado a conceder entrevistas, pero sí contactó con su entorno. El resultado es «una visión global de Mortadelo y Filemón» que permite ver «su evolución». «Los dos detectives han cambiado con los años. La forma de hacer de Ibáñez y el hecho de incluir elementos de actualidad en sus viñetas han permitido su permanencia, su adaptación a los nuevos tiempos». Incluso «han ganado nuevos adeptos», logrando «mantener los lectores de toda la vida y atraer a los jóvenes».
Francisco Ibáñez se inspiró para la creación de Mortadelo y Filemón en una iconografía popular utilizada previamente en la literatura y las historietas nacionales. En el aspecto gráfico, «el referente de Filemón es Sherlock Holmes, aunque el de Mortadelo no se ajusta exactamente al de Watson, médico de edad madura, más bien bajo y con kilos de más». El libro recoge los primeros bocetos realizados por Ibáñez y los posibles nombres que se barajaron: Mr. Cloro y Mr. Yesca, agencia detectivesca; Ocarino y Pernales, agentes especiales; o Lentejo y Fideíno, detectives finos. Cuando el dibujante presentó su propuesta a la revista, la editorial, Bruguera, los registró como «dos personajes, uno de los cuales representa a un hombre de mediana edad, calvo y dotado únicamente en el cráneo de algunos cabellos aislados, en tanto que el otro representa también a un hombre de mediana edad, completamente calvo y dotado de una enorme nariz sobre la que cabalgan unas lentes». Era el principio de unos personajes «con encanto» que se han ganado el cariño de los lectores a lo largo de los años. «Ambos son unos perdedores, unos chapuceros torpes cuando trabajan, circunstancias que hacen que la gente pueda verse reflejada o que se sienta atraída por ellos».