Como preciada joya que es, el retablo de Santa Margalida vuelve a lucir con todo su esplendor en la iglesia de la villa margaritense. Después de un minucioso proceso de restauración, financiado por la Fundació Sa Nostra, esta pieza de gran valor histórico puede ser contemplada de nuevo en su lugar original. Se trata de un retablo medieval representativo del estilo gótico mallorquín del siglo XIV en el que aparecen las imágenes de Santa Margalida y San Pedro. La pieza constaba originalmente de tres partes pero, por razones que se desconocen, una de ellas desapareció y hoy sólo quedan dos.
La representante de la Comisión de Patrimonio Diocesano, Joana Maria Palou, explicó ayer durante la presentación de la pieza que «la obra de arte que tenemos ante nosotros tiene un gran valor histórico y artístico y casi podemos decir que ha sido un milagro que se haya conservado hasta nuestros días». Palou quiso apuntar una hipótesis respecto al origen del autor de la obra. El pintor de Santa Margalida, como se conoce al autor anónimo del retablo y considerado uno de los mejores artistas del gótico mallorquín, podría ser el mallorquín Ramon Gilabert, nombrado pintor real por el rey Pedro III el Ceremonioso.
«Es únicamente una hipótesis que vendría a demostrar la importancia de la pintura medieval mallorquina y que muchas de las modas italianizantes del momento llegaban primero a Mallorca y después pasaban a Catalunya, como se aprecia por este nombramiento real», explicó Palou. «En cualquier caso, se trata sin duda de una pieza elegante, de gran riqueza técnica y pictórica, que nos da viva muestra del nivel que tenía nuestra cultura en el pasado», aseguró.