Enrique Barcia|NUEVA YORK
El zurdo luxemburgués Gilles Muller nunca se pudo imaginar que, en
su primera participación en el US Open, iba a protagonizar una
sorpresa histórica en el último torneo de Grand Slam y convertir el
23 cumpleaños de Andy Roddick en la mayor pesadilla de su carrera
profesional.
Cuando Roddick salió a la pista central Arthur Ashe para recibir una gran ovación de los miles de espectadores neoyorquinos que llenaban las gradas, todos estaban convencidos, incluido el propio Muller, que iba a ser la gran noche para el jugador estadounidense, tanto deportiva como personal.
Celebraba sus 23 cumpleaños, era el cuarto cabeza de serie y uno de los grandes favoritos al título, un premio asegurado de 1,1 millón de dólares por ganar las «Series US Open», la imagen y promoción del torneo, y además envuelto en los rumores de su romance con la nueva reina del tenis femenino, la rusa María Sharapova.
El marco no podía se más perfecto para que Roddick tuviese una noche estelar, pero lo que no estaba en el guión montado por los organizadores del Abierto era que surgiese la figura de Muller, un joven de 22 años, que se olvidó de todo lo que le rodeaba y exhibió el tenis perfecto para dejar eliminado (7-6, 7-6 y 7-6) al campeón del 2003.
El australiano Lleyton Hewitt, tercer cabeza de serie, debutó en el US Open con una victoria fácil por 6-1, 6-2 y 6-2 ante el español Albert Costa, en el primer partido de la tercera jornada del último torneo de Grand Slam.
El partido, que duró una hora y 20 minutos, no tuvo más historia que ver como Hewitt, de 24 años, dominaba en todos los aspectos del juego a un Costa, número 104 del mundo. Hewitt, que ganó el Abierto en el 2001 y llegó a la final el año pasado ante el suizo Roger Federer, confirmó que está listo para ser considerado entre los favoritos al título.
Pero la gran decepción española fue Juan Carlos Ferrero, que cayó eliminado por 7-5, 7-5 y 6-1 ante el francés Arnaud Clement. El valenciano volvió a demostrar que no está en su mejor momento de forma ni de confianza y por ahí comenzó a perder el partido.
Aunque el jugador español dijo que su rival había hecho un buen partido, la realidad es que el tenis de Ferrero volvió a estar carente de consistencia en los golpes desde el medio de la pista y tampoco arriesgo en las acciones decisivas.
«Siempre es difícil asimilar cuando pierdes en la primera ronda de un torneo y más cuando he estado jugando bien en las dos últimas semanas, pero después de haber comenzado agresivo y fuerte al final no pude cerrar los sets», declaró Ferrero. «Después de perder los dos primeros sets en el tercero ya no me sentí cómodo y me faltó concentración».
La cara opuesta fue la de Nicolás Almagro, que ganó por 7-6, 7-5 y 6-4 al danés Kenneth Carlsen. A pesar que su rival era un jugador de pista rápida y zurdo, Almagro se adaptó muy bien a ambos factores y desde el comienzo consiguió imponer el ritmo desde el fondo de la pista. Almagro demostró que tenía muy bien aprendida la lección de como jugarle a su rival.