Manolo García se definió ayer nada más llegar a Palma como un «loco de la música». Su locura debe gustar mucho a los cuerdos, porque la gira de su tercer disco en solitario tiene más de 110 conciertos. Y siempre llena. Esta noche el turno es para la plaza de toros de Palma, otra vez. El objetivo: que a nadie se le duerman los sentidos. Sus deseos: que no llueva y que todos se lo pasen bien. La razón de que encandile a cuerdos y locos debe ser por su forma de trabajar. Aplica todo lo que se le ocurre a sus canciones, hasta la generosidad. «En un concierto no puedes ser rácano, no puedes tocar tres cuartos de hora e irte, el público es tu clientela, sino le gustas, no vuelve». Para él, ellos, son su familia. «Subir al escenario delante del público es como estar en mi casa y recibir a un amigo, debo de hacer de anfitrión. En cuanto llegan, intento hacer todo lo mejor posible para que salga perfecto». Y no les decepciona. Si puede hasta les sorprende. Algo así ha hecho en su último disco, grabado parcialmente en Salvador de Bahía. «El disco tiene una parte brasileña, pero no son temas de allí, son canciones de Manolo García pero con sonidos diferentes, lo que es una novedad en el disco». Su evolución desde que se separó de Quimi Portet es notable. «El primer disco fue más inocente y pueril, el segundo más oscuro y este es más amazónico. Pienso que el de ahora es el mejor, porque soy más yo», señaló. Pero el autor de «Niña Candela» no se cierra en banda. «Grupos como Cold Play me interesan. Otros como Oasis no, copian a The Beatles y son más desagradables», dijo.
De su etapa anterior prefiere no hablar, aunque dice sentirse «orgulloso de ella». Pero eso no impide que hoy cante sólo un canción de ésa época. Hasta «la del burro», como él la define, se ha caído de su programa. «Lo de El último de la fila queda ya un poquito atrás. No tengo interés en recuperar esa historia, vivo al día. Si ahora tuviera que tocar el repertorio del grupo, me daría un telele». El músico barcelonés acepta que las cosas han cambiado. «Estoy más apacible y apaciguado porque ya me planteo que no hay que demostrar nada a nadie». Así, Manolo García tiene vía libre para componer. «En mis letras busco la pequeña gran poesía que no se encuentra en lo cotidiano expresando mis angustias, mis logros, mis quimeras y huyendo de cosas como los lunes por la mañana», reflexionó.
Pero no sólo ha cambiado su música, sino también todo lo que le rodea. «Físicamente, la música está por los suelos. La industria se ha vuelto muy conservadora, está enloquecida y no se lleva bien ni consigo misma», destacó. De excusas banales, ni hablar. «Hay demasiada oferta lúdica, la gente todo el día está en Internet y las multinacionales quieren pillar de todos los lados», concluyó.