El pintor Cándido Ballester, fascinado por la muralla renacentista de Palma, vecina de su taller, la ha convertido en motivo de sus últimos cuadros que, en gran formato, presentará el próximo día 2 en la galería Vanrell. Junto a esta serie, que ha titulado «Ciutat. Ciudad», la exposición también contará con obras que representan un final, aunque no sabe si definitivo, de otro de los temas sobre los que ha indagado en los últimos años, la comedia del arte.
Para el artista, la muralla, que 'construye' en sus lienzos a partir de estructuras geométricas, es «como una seña de la ciudad, como un símbolo de permanencia porque, si bien está siendo modificada, y a veces destruida, permanece inmutable e inviolable».
Vecina también del mar, con quien parece que ha sellado «un matrimonio» de siglos, esta muralla palmesana se plasma en sus obras mediante una técnica que incluye ecollage y con él algún elemento marino, además de la utilización del papel de periódico que le permite trabajar a base de veladuras que van «semiocultando y redescubriendo su misterio». La muralla de Ballester surge en la tela entre ocres, líneas rectas, quebradas, siempre alguna curva que le dan a estas pinturas un aspecto de «contenidas, más depuradas, que tienen un silencio»; y también de escultóricas, ya que el motivo, la muralla, es como una enorme escultura «horizontal que se mide en kilómetros».
En cuanto a sus obras sobre la comedia del arte, que se colgarán en la planta superior de la galería, el artista señala que «son los últimos desarrollos» de un trabajo que pertenecen «a la comedia y al drama de la vida, están dentro de la condición humana». Porque a este pintor de hablar pausado y reflexivo le gusta «retratar al ser humano» y lo hace «tal cual yo siento a esta especie que se devora a sí misma y al resto de las especies».