Antes, cuando Damià Ramis creaba, era «más reflexivo e introspectivo». Hoy, busca que cada una de sus piezas sea capaz de «chillar y contar con una voz propia». Su estilo ha dado un giro y ha emprendido un nuevo camino que le ha llevado a «buscar en la naturaleza» y dejar de lado «la figura humana». El resultado de la búsqueda, «Faunari», puede verse a partir de hoy en la galería Fran Reus de Palma. La muestra se compone de dieciséis esculturas en bronce y dieciocho pinturas realizadas entre 2003 y 2005. «La anatomía humana siempre había centrado mi obra. Sin embargo, tras años y años investigando, llegó un día en que esta temática dejó de interesarme, se convirtió en monótona y empezó a aburrirme». De una manera «instintiva», Damià Ramis se dejó seducir por la naturaleza. «Vi que me ofrecía un espectro de posibilidades enorme, tanto por lo que se refiere a formas o colores, como a texturas».
Primero fueron «animales domésticos» y, después, «otros más salvajes». De los caballos pasó a las libélulas o las mantis religiosas y de los dibujos, a las esculturas. «Llegó un momento en que necesité más materia. En ese instante, mis dibujos se transformaron en esculturas». Unas esculturas que han ido creciendo en tamaño y que muestran a diferentes animales en reposo, sin movimiento. «Plasmar el movimiento es difícil, tal vez más adelante intente experimentar con él».
Porque, para Damià Ramis, la experimentación conforma su día a día. «Necesito estímulos. Siempre busco nuevas líneas de investigación porque no sé estarme quieto». Prueba, cambia, sugiere hasta que encuentra una nueva vía en la que adentrarse. «A veces tengo problemas para centrarme en algo concreto y tengo que autoexigirme calma». Una prueba de este estado de inquietud constante es «Faunari», donde la variedad de formas, tamaños y texturas ofrece un muestrario del particular universo de un artista que no se permite treguas.