La soprano Victoria de los Àngeles murió ayer en la Clínica Teknon de Barcelona, donde estaba ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) por una bronquitis. La capilla ardiente se instalará hoy en el Palau de la Generalitat, donde Pascual Maragall recibirá el féretro. El funeral será mañana en la Basílica de Santa María del Mar. Había nacido en 1923 en Barcelona, y desde los 14 años llamó la atención por sus dotes para el canto que la llevaron a lo mas alto del mundo de la lírica. Victoria de los Àngeles cantaba con la misma facilidad tanto obras líricas como dramáticas, gracias a un registro de voz sin límites que le posibilitaba poder interpretar obras tan diversas como las de Rossini, Wagner, Galuppi, Haendel, Schubert, Chopin, Schumann, Granados, Albéniz, Montsalvatge. Fue una gran estilista y una intérprete de gran sensibilidad del lieder. Su obra discográfica comprende 22 óperas completas y 40 álbumes de género diverso. En ópera, Victoria de los Àngeles ha encarnado a Carmen, Melisande, Margarita, Mimi, entre otros personajes. Ha cantado en 53 países y está considerada como la decana de los cantantes líricos españoles.
Victoria de los Àngeles tuvo vetada su presencia en el Liceo de Barcelona durante muchos años, debido, según decía, a las presiones de algunos cantantes de ópera. En el año 1940 ingresó en el Conservatorio del Liceu, donde en tres años hizo los estudios correspondientes a seis, con el maestro Tarragó, Mercedes Plantada, Dolores Frau y Teresa García. Su primer concierto lo ofrece en 1941 en el Palau de la Música de Barcelona. Se presentó en el Liceu de Barcelona cantando «Las bodas de Fígaro» en 1945. En 1947 gana el Primer Premio en el Concurso Internacional de Canto de Ginebra, canta en el Liceu el «Tanhauser» y obtiene éxitos en el Covent Garden, en el Royal Albert Hall, en la Scala de Milán. En 1948 se casó con Enrique Magriñá y tuvo dos hijos y continúa su carrera de éxitos en Nueva York. Se retiró en 1979 del mundo de la ópera con la obra «Pelléas et Mélisande». Tras varios años sin actuar en Madrid, reaparece en 1985 con un recital de gran éxito en el Teatro Real. En 1992 participó en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, y regresó al Liceu para ofrecer un recital, tras 27 años ausente en este escenario.
Entre otros premios obtuvo el Nacional de Música y el Príncipe de Asturias de las Artes. «Ha desaparecido una voz de un color único en toda la historia de la música», dijo ayer la soprano Monserrat Caballé. «Era la persona significativa que nos representaba y era respetada admirada» fuera de nuestras fronteras, aunque «creo que en Catalunya no se le ha dado el valor que ha tenido o no se han dado cuenta y ella lo sentía mucho».