El artista de Felanitx Miquel Barceló declaró ayer en los juzgados de Manacor ser «el único autor de las cerámicas creadas entre el año 1996 y el 2000 en los talleres de can Murtó de Artà» y reiteró que la aportación del ceramista Jeroni Ginard «Murtó» se limitó exclusivamente a una «labor mecánica de preparación de la base y control de la cocción». Labor que podría haber realizado «cualquier mozo de cualquier otro taller».
Por su parte, el abogado de «Murtó», Nadal Vidal, reclamó que se reconozca «la coautoría de Ginard de las más de 300 piezas realizadas en el taller de Artà». Obras que ahora «no existirían y serian una entelequia sin la aportación del ceramista».
Tras la suspensión el pasado mes de abril por incomparecencia del artista, ayer finalmente se celebró en el juzgado número 2 de Manacor el juicio para hacer frente a la demanda interpuesta por el ceramista de Artà.
Antes de empezar el juicio, Nadal Vidal solicitó una suspensión alegando «indefensión» en el sentido que «faltaban pruebas». Petición que no fue aceptada por la juez Maria del Mar del Saliente.
Barceló, interrogado por Nadal Vidal, relató cómo había entrado en contacto en 1996 con «Murtó». «Requerí sus servicios para que me facilitara las bases de mi trabajo. Le iba encargando las diferentes piezas, platos, tinajas, sobre las cuales trabajaba después yo. Todas las cerámicas son mías, fruto de mi trabajo y de mi imaginación.La intervención de 'Murtó' se limitó al torneado de la forma popular. Si no lo hubiera hecho él lo hubiera realizado cualquier otra persona».
Barceló, asistido por el letrado Antoni Coll, aseguró también que «nunca había habido un acuerdo económico entre ambos y que le iba pagando según las obras realizadas y el tiempo que permanecía en el taller».
La demanda citó como testigos a la mujer del ceramista,Catalina Portell; su hijo, Miquel Ginard y la hermana de «Murtó», Margalida Ginard. Su testimonio fue en la misma dirección. Aseguraron que Ginard había sido ceramistatoda la vida y que realizaba «una cerámica artística». Su mujer contestó que «había realizado diversas exposiciones y que sus obras estaban basadas en temas marinos, griegos y que había realizado, peces, erizos o pulpos».
Su hijo añadió que Barceló le había dicho que «si estaba interesado en la cerámica, me ayudaría a entrar en un centro de aprendizaje en Barcelona y que trabajaríamos juntos». También coincidieron en señalar queBarceló había hecho a «Murtó» «falsas promesas», que le había asegurado «que expondrían juntos y que ganaría mucho dinero», «cosa que no cumplió». Nadal Vidal concluyó que se «había producido un enriquecimiento injusto para Barceló y que éste se había aprovechado de la capacidad intelectual del ceramista».
La defensa llamó a declarar a una serie de testigos que reconocieron en las cerámicas «el universo de Barceló». La prueba pericial corrió a cargo del director del Museo de Arte de Dublín, Enrique Juncosa. Éste defendió que «no hay duda que la autoría es de Barceló. Reflejan el universo del artista mientras que la aportación del ceramista es técnica y no se ve ninguna contribución artística en las piezas». Otros testimonios fueron Antoni Amengual, asistente de Barceló; Maria Antonia Casanova, conservadora del Museo de Cerámica de Barcelona y Amelia López Aranguren, documentalista de Barceló y coordinadora en el Museo Reina Sofía de Madrid.
El abogado del artista concluyó que «la parte actora ha sido incapaz de concretar el objeto del litigo. Ginard ha hecho las piezas básicas pero ha sido a través de la intervención del intelecto de Miquel Barceló que se ha convertido un material vulgar en una obra de arte».
La sentencia queda pendiente de un último testigo, el marchante de Miquel Barceló Bruno Bischofberger que se realizará a través de comisión rogatoria debido a que el marchante vive en Suiza.