El escritor leonés Andrés Trapiello (Manzaneda de Torío, 1953), uno de nuestros mejores autores actuales, acaba de publicar «Contra toda evidencia» y «Ya somos dos» (Editorial Comares), en los que recoge los artículos publicados en la revista semanal 'Magazine' en 2001 y 2002, el poemario «Un sueño en otro» (Tusquets Editores), y la novela «Al morir don Quijote» (Ediciones Destino). Estas dos últimas obras han recibido ya excelentes críticas.
-¿Es necesario haber leído el «Quijote» para leer su
novela?
-No. De hecho, sé que muchos de los que la lean no habrán leído
antes el «Quijote», pero nada me gustaría tanto como que sirviese
para que leyeran el libro de Cervantes. Sería el mejor homenaje que
podría rendir quien tanto le debe a ese libro y a su autor. Además,
todas las novelas, diría que todos los libros, deberían poderse
leer sin tener que pasar por los fielatos de otras lecturas.
-¿Cómo ha resuelto el problema del lenguaje a
utilizar?
-Pensar en una reconstrucción del lenguaje y del estilo cervantinos
habría resultado paródico. Mi novela es una novela moderna, escrita
muy en serio, no es una recreación ni un juego. Hay en ella, claro,
palabras antiguas, porque no tenemos otras para designar algunas
cosas, como los oficios que había entonces, o los guisos que
comían, o las ropas que llevaban. Y esas palabras antiguas lo
perfuman todo de un lejano aire arcaico que le da
verosimilitud.
-¿Qué cuenta en su novela?
-La mía es una novela de aventuras, de personajes que tienen su
propia vida, sus historias, su autonomía. Han quedado huérfanos y
tienen que seguir adelante. Como sucede en la vida, como sucede en
las novelas.
-¿Teme recibir críticas de los cervantistas
'oficiales'?
-Bueno, yo no he escrito una novela para los filólogos ni para los
cervantistas, aunque me encantaría que la leyeran también. Por otro
lado, los cervantistas todavía están entretenidos en poner y quitar
comas al «Quijote».
-¿Aparece Dulcinea?
-¿Cómo podría no aparecer? Es una buena mujer, a quien engaña todo
el mundo, con muy mala suerte. Mala suerte con don Quijote y con
quien la desposa.
-¿La obra podría haberse titulado «Al morir Alonso
Quijano»?
-No, porque el que nos incumbe a todos es el loco y no el cuerdo.
En mi novela todos, en un primer momento, creen amar al cuerdo,
pero se dan cuenta, cuando ya ha muerto, que el que ha cambiado sus
vidas por completo es el loco, el que les ha enseñado ideales de
libertad y justicia, y mostrado el camino para ser libres y
justos.
-¿Fue la vida de don Quijote también 'un sueño en
otro'?
-Lo es la de todos. La de don Quijote fue, además, muy breve,
apenas tres meses y medio de aventuras, suficientes para cambiar
siglos de literatura y de vida.
-¿Está satisfecho con su última novela y su último
poemario?
-Bueno, se hace lo que se puede. Pero no, nadie puede estar
plenamente satisfecho con nada de lo que ha escrito.