NICO BRUTTI
José y David parecen colegas salidos de un bar dispuestos a compartir otra caña. Nada que ver con las estrellitas que como piedras, aparecen aquí y allí. Y eso la gente, al menos parte de ella, lo percibe perfectamente. Fue lo que pasó anoche en el Lluís Sitjar pasadas las diez de la noche y por espacio de algo más de dos horas y ante más de 10.000 espectadores. Los Muñoz conquistaron a los pocos escépticos que mantenían una actitud de reserva respecto al dúo y se entregaron como la inmensa mayoría al encanto de Estopa. El grupo presentaba en Palma su tercer disco, «¿La calle es tuya?». Desde la tarde el movimiento en las inmediaciones del viejo estadio del Mallorca era intensa. Nadie quería quedarse con las ganas de estar dentro, lo más cerca posible del gran escenario montado dentro del campo de juego para estar allí, cerca, bien cerca de lo que para muchos chavales son simplemente «colegas». Antes del concierto, los hermanos Muñoz ofrecieron una rueda de prensa en la que dejaron claro cuáles eran sus intenciones: «Nuestro directo debe servir para que la gente baile, cante, se descamise y salga con un buen sabor de boca».
Una declaración de principios que demostraron desde los primeros acordes. Abrieron el concierto con un «Bon dia Mallorca, bon dia Palma. Un recuerdo cariñoso a todos los pueblecitos» para, entre canción y canción, explicar cosas como que «este disco es más rumbero». No más bajaron el telón que cubría el escenario, aparecieron los Estopa y la multitud congregada rugió a pleno. Arrancaron con una canción de su último trabajo, «Fin de semana». La segunda, un viejo corte con el que se dieron a conocer hace cuatro años, «Cacho a cacho». Pero el primer plato fuerte de la noche fue su ya super conocido tema y preferido de David, otro corte muy difundido de su reciente disco, «Tragicomedia». El Lluís Sitjar vibró como en jornadas memorables, y en la que el público acompañó con su voz toda la canción. Muchos se codeaban y sin poder creerlo. Las chicas repetían como en una letanía lo guapo que estaban los hermanos Muñoz, «aunque a mí», confesaba una chavala de no más de quince, «el que más mola es José».
Ajenos a los cotilleos sentimentales y no tanto, los Estopa siguieron desplegando carisma, humildad, sencillez y simpatía, repartiendo su música, una extraña y sin embargo efectiva y convincente combinación de rock, rumba y pop, con un toque flamenco. Más tarde llegó «Nació pa la alegría», canción que completaron con imágenes animadas proyectadas en una pantalla gigante situada detrás del escenario. Lejos de alardear con su condición de stars, los Estopa animaron sin parar al repleto estadio, agradeciendo y compartiendo espectáculo. Hubo tiempo para los homenajes, de la mano de «Apagón», dedicada a Los Chichos, y otra nada cariñosa para el presidente Bush, «Demonios». El set también tuvo su momento de calma, iniciado con «Cuando cae la luna», una bonita balada con base de rumba clásica con el agregado de un contrabajo en escena. «Vino tinto», «Necesito medicación», y la muy festejada «Me falta el aliento». Para el final, se reservaron «Ya no me acuerdo», «La raja de tu falda», «Partiendo la pana», «Poquito a poco» y «Tu calorro». Bestial.