El poeta sirio libanés Adonis se encuentra en Palma para participar, pasado mañana, en los actos de Sant Joan de la Fundació Pilar i Joan Miró, donde leerá sus poemas. Considerado uno de los creadores más importantes y renovadores de la lírica árabe contemporánea, su nombre ha sonado en ocasiones al Nobel. El autor de «Epitafio para Nueva York» u «Homenaje a las oscuras cosas claras» asombra por su lucidez mental y visión del mundo.
-Su nombre es sinónimo de renovación literaria. ¿Acepta
la definición?
-A mí no me gusta hablar de mí mismo. Me gusta que los demás hablen
de mí. La poesía en términos generales es un camino sin límite.
Cada vez avanzas más... Encuentras una cosa bella y siempre la
superas por otra, por eso siempre te sientes como si no hubieses
conseguido nada. La poesía es como la búsqueda del amor, el camino
es confuso y misterioso... Y la renovación de la poesía no viene de
afuera, viene de sí misma, de dentro.
-¿El arte es en sí mismo una revolución?
-Esta es la idea. Por este motivo muchos de los creadores e
intelectuales pensamos que es imposible comprometernos con alguna
ideología, no podamos ser fanáticos. Estamos inmersos en un
proceso.
-Desde su condición de pensador y poeta árabe... ¿Cómo
ve los fundamentalismos?
-El fanatismo existe en todas las religiones monoteístas. La
diferencia es el grado y, todavía así, los fundamentalismos siempre
serán minoría. Yo no soy creyente... sin embargo pienso que los
fundamentalistas tendrían que volver a las raíces de las
religiones. Hacer una revisión de sí mismos. Las religiones
monoteístas en la historia solo han llevado guerras, dictaduras,
campos de concentración y desgracias. El fundamentalismo es una
reinterpretación política de la religión con una visión ideológica
limitada que demuestra, en general, la falta de cultura y
conocimiento de la era que vivimos. Por eso los que pensamos
tenemos tanta dificultad para comprometernos, tenemos demasiados
frentes abiertos...
-Usted hable de poesía como un acto de
amor...
-El amor, por aspectos como el que hemos dicho, es un bien escaso
de mucho de valor hoy en día. La vida es el bien más hermoso que se
ha dado al hombre y con el amor y el arte es como realmente uno se
siente vivo.
-Todo tiene su contrario y su poesía también tiene una
«herida».
-La vida es un intento de curar la herida, el no saber dónde vamos.
De aquí la necesidad de buscar lo que nos gusta para sentirnos
vivos. Aún así, la herida siempre está abierta, la felicidad es
efímera, la tristeza permanente. Cuanto mejor uno conoce la
realidad del mundo, mejor se conoce a sí mismo.
-Siente a Francia cómo segunda patria, pero nunca ha
abandonado el árabe.
-Yo he nacido tres veces. La primera en un lugar de Siria. La
segunda, en Beirut, donde fundé la revista «La poesía», con la que
empezó a hablarse de renovación poética, y la tercera, en París.
Residiendo en Francia es como yo sirvo a mi patria. En París se
reúne la cultura de todo el mundo y todos los que tenemos otras
patrias escribimos desde París de los problemas de nuestras
tierras... Y el árabe es necesario para poder hacerlo. La lengua
propia en la poesía es como la piel o la sangre. La poesía precisa
la lengua natal. Es como una madre, el hombre solo puede tener
una.