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«Els Joglars pueden decir lo que quieran, no tienen que complacer a nadie»

Albert Boadella dirige «El retablo de las maravillas», que podrá verse en el Auditòrium del 25 al 31 de mayo

Albert Boadella, en una imagen de archivo, aseguró que el teatro es un arte colectivo.

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«El retablo de las maravillas» fue escrito en el siglo XVI por Cervantes. En la obra, el escritor ironizaba sobre los complejos humanos a través de las andanzas de unos pícaros. Albert Boadella y Els Joglars han acercado estos pícaros hasta la actualidad para criticar «una sociedad fácil de engañar». La pieza se representará en el Auditòrium del 26 al 31 de mayo.

-¿Cómo se adapta una historia del siglo XVI al siglo XX?
-Cervantes se basa en una mitología casi tan vieja como la civilización humana, aquella de los sastres que tejen un vestido que no existe. El autor se centra en un retablo en el que sólo pueden ver las supuestas maravillas aquellos que no tienen sangre judía y son hijos de matrimonios legítimos. Esta mitología no sólo existe sino que está corregida y aumentada. Esta leyenda funciona más hoy que en época de Cervantes por los medios de comunicación, sobre todo audiovisuales. Sólo hay que mirar alrededor para ver infinidad de retablos.

-¿En cuáles se han centrado?
-Hemos adaptado los retablos al mundo de la política, al de la religión, al mundo del arte de vanguardia y a la cocina de autor. Cualquier persona ha podido ser engañada por unos pícaros en estos cuatro ámbitos.

-Si Cervantes hubiera vivido hoy, ¿habría tratado estos cuatro ámbitos?
-Sí. Estoy convencido que le hubiera entusiasmado el del arte de vanguardia, donde la gente paga fortunas por un objeto que tiene un mérito relativo. Y que la mayoría de las veces nadie entiende, aunque nadie se descubre por no pasar por ignorante. La gente tiene una cierta voluntad de ser engañada, la realidad cruda y dura no le gusta, quiere una realidad mucho más virtual.

-¿Cómo se ha llegado a esta sociedad?
-Se trata de una sociedad donde la gente tiene un nivel de información relativamente notable pero su cultura no está al mismo nivel. Hay una gran masa de gente informada pero es ignorante, lo que le lleva a ser una víctima fácil de estos retablos. Además, existen unos medios de comunicación muy potentes porque penetran en la intimidad de las personas y son capaces de vender humo. Los medios de los nuevos pícaros son extremadamente sofisticados.

-Els Joglars siguen sin optar a las subvenciones.
-Está muy bien que las instituciones públicas inviertan en cultura y, sobre todo, en teatro. El problema es cómo lo hacen, una manera en la que los estamentos públicos quieren mantener un control sobre la creación. Hay una presión moral sobre los creadores. Es una nueva forma de censura que puede provocar que los artistas trabajen al gusto de los políticos. Sólo puede cambiarse si la manera de dar dinero a la cultura se independiza de la política. Els Joglars pueden decir lo que quieran y lo que les parezca, no tienen que complacer a nadie.

-¿Els Joglars es Albert Boadella?
-El teatro es un arte colectivo y, como tal, es la participación de mucha gente, del conjunto de actores. Tiene una incidencia muy importante. No digo que no sea el inductor, el director o el dramaturgo, pero las obras serían muy diferentes con otros actores.

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