La muerte de Fernando Lázaro Carreter, lingüísta y académico, en la madrugada de ayer, a los 80 años, ha dejado de luto a la lengua española y al sillón «R», que ocupaba en la Real Academia desde 1972. Pero el guardián de la palabra, el atizador de todo aquel que lanzase «dardos» contra el idioma no sólo ha dejado un hueco entre especialistas, sino entre el público en general, que leía sus artículos y libros, llenos de humor e ironía.
Lázaro Carreter falleció «a causa de una serie de desarreglos generalizados por los que llevaba varios días hospitalizado». Sus restos serán incinerados hoy en Madrid. Fernando Lázaro Carreter, que nació en Zaragoza en 1923, decía el año pasado: «Percibo que una anemia idiomática crece en los hispanohablantes hasta extremos que anuncian una nueva lengua: el guirigay». Fue discípulo destacado de Dámaso Alonso, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Salamanca, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, profesor visitante en muchas universidades extranjeras y también profesor asociado de la Sorbona.
También fue el creador de los libros de textos con los que miles de estudiantes de bachillerato se iniciaron en el conocimiento de la lengua. A lo largo de su vida recibió numeroso premios y reconocimientos. Es importante destacar su amor al periodismo, en el que se inició como crítico de teatro y después como articulista en numerosas publicaciones de Europa y América. Y ello sin perder de vista su trabajo en la Real Academia Española de la Lengua, institución que consideraba «un pilar fundamental para el entendimiento del idioma junto con la escuela, la escritura, literaria o no, y la oratoria en todas sus manifestaciones».