El catalán Emili Bayó y el mallorquín Joan Morey se alzaron con el Premi Llorenç Villalonga de Narrativa y el Antoni Gelabert d'Arts Plàstiques en una gala en la que Catalina Cirer se estrenó como alcaldesa. El Joan Alcover de Poesia fue para el también catalán Héctor Bofill y el premio de arquitectura, que este año se desdobló en dos apartados, el de mejor obra nueva y el de mejor rehabilitación, recayó en Antoni Forteza y en Pere Rabassa. La gala cambió de escenario y se trasladó al patio del Castell de Bellver, que suplió la cena característica de las anteriores ediciones y que se cubrió con una carpa, una buena idea teniendo en cuenta el mal tiempo que hizo durante la tarde.
Catalina Cirer destacó, durante su discurso, que «no hay alcalde ni alcaldesa que pueda ser el protagonista de la gala de entrega de los premios». Los protagonistas deben ser «Palma, por festejar su patrón», y «los galardonados», además de «los nuevos participantes, que han puesto su ingenio al servicio de los galardones».
Cirer habló del tiempo transcurrido desde los primeros Ciutat de Palma y afirmó que existe un sentimiento que los años no puedan alterar: «La estimación a nuestra ciudad, a la cultura y a lo que ésta significa y a las iniciativas que surgen para difundir los conocimientos». «La cultura es uno de los pilares más fuertes de nuestra sociedad, sin ella, un pueblo no puede defender su identidad». La alcaldesa pidió, al final de su discurso, que «la cultura se convierta en un elemento de unión» porque «no es propiedad de nadie porque es de todos». Como colofón, Cirer recitó un verso del poeta Biel Florit.