Francisco Bosch (Esporles, 1917) fue uno de los grandes de la lírica española que aún sueña con que la zarzuela recupere el vigor de antaño. Sesenta años después de su debut en el Teatro Lírico de Palma, el barítono ofrecerá el próximo día 26, a las 17.00 horas en el Teatre Municipal, una conferencia en la que hablará de su dilatada trayectoria profesional e interpretará fragmentos de aquellas zarzuelas que le hicieron triunfar en otros tiempos.
-¿Cómo recuerda su primera actuación?
-Fue en la Iglesia Parroquial de Esporles, en la Vigilia de Navidad
de 1924. Yo tenía siete años. El rector Mateo Tugores me pidió que
ese año cantase yo la Sibil·la, ya que el niño que debía hacerlo no
podía. Me la aprendí en ocho días y al finalizar la misa el padre
Tugores me dijo: «Tú serás artista», y me dio mi primer duro de
plata.
-Pero usted no siempre se dedicó a la
música.
-Mis estudios siempre estuvieron ligados a esta materia, aunque
aquí en Mallorca me dedicaba a conducir autocares de línea. Durante
la Guerra Civil estuve en el frente del Ebro. Cuando acabó la
contienda, me desplacé a Barcelona para dedicarme en cuerpo y alma
a la música. Entonces estudié diversas zarzuelas bajo la dirección
de José Ezpeitia.
-¿Cómo fue su relación con el barítono Marcos
Redondo?
-Canté para él a los diecinueve años y me dijo que podría triunfar
puesto que sabía música. Más tarde, ya en Barcelona, me enrolé como
meritorio en su compañía y con ella debuté en el Teatro Lírico de
Palma, el 20 de octubre de 1943.
-¿Cómo fue?
-Yo no me lo podía creer. Se colgó el cartel de «no hay
localidades». Después de este concierto entré en la compañía lírica
del tenor José Rojas para hacer ocho actuaciones por Mallorca.
Todas fueron un éxito. Es a los mallorquines a los que dedico el
homenaje del día 26 de noviembre, a ellos les debo mi carrera.
-Una carrera que le ha llevado a cosechar éxitos en
América.
-Sí, he actuado en México, Cuba, Nueva York, Miami... Pero también
en Alemania y en Italia.
-¿Cómo observa la situación de la zarzuela hoy en
día?
-Si tuviera cuarenta años menos volvería a darle la vida que ha
perdido.