El subsuelo de Palma, poco excavado aún según los expertos, vuelve a sorprendernos. En esta ocasión el agujero hacia el pasado ha sido abierto en el barrio de sa Calatrava. En lo que fue un espacio extramuros, que en los mapas antiguos aparece como zona de huertos, han salido a la luz restos de la muralla medieval tras un lienzo de la renacentista y una serie de enterramientos sobre los que las arqueólogas encargadas de la excavación aún no quieren pronunciarse.
Tres esqueletos, dos de adultos y uno de niño, han convertido el preceptivo control arqueológico para cada obra del casco antiguo, -aquí se construirá un edificio de cuatro plantas-, en una excavación en toda regla que, al menos, durará dos o tres meses bajo la supervisión de la arqueóloga Francisca Torres. Con ella trabajan Maria Llinás, directora de la larga excavación de la calle Constitució, y Toni Micoll. «Que las murallas estaban ahí se sabía», señalaron Francisca Torres y Joan Morey, arquitecto de la obra, «la sorpresa han sido los enterramientos». De momento, sólo se han descubierto tres, pero queda mucho solar por excavar.
«Todavía no podemos datarlos porque a su alrededor ha salido poco material, apenas restos revueltos, muy pequeños, de cerámica medieval islámica y cristiana aunque más cristiana», comentan. Para conocer más datos habrá que esperar a que finalice la excavación. Lo que las arqueólogas sí pueden asegurar es que «no son esqueletos de la Guerra Civil» y, por lo menos, se remontan a varios siglos atrás, tal vez el XV o el XVI. El armazón óseo de estos individuos, de los que se desconoce el sexo, estaban colocados en fila, uno detrás de otro, y uno de ellos apareció con los brazos en paralelo doblados sobre el pecho.