Siete años de vida y tres discos en la calle. La Oreja de Van Gogh ha sabido encontrar su sitio en el panorama musical actual. Un sitio que, en directo, significa «un recorrido por la evolución» de la formación. El martes, mostrarán este recorrido en el parque de Sa Torre de Felanitx, donde presentarán «Lo que te conté mientras te hacías la dormida».
-Su nuevo disco es un regreso al pop de los años 80. ¿Se trata de una reivindicación?
-No de manera consciente. Cuando la gente escucha nuestros discos, no sólo el último, siempre les recuerdan a los ochenta, a las melodías directas que se hacían en aquella época. Es la música que hacemos, las canciones que nos salen. Seguimos aprendiendo y evolucionar en cada disco.
-¿En qué habéis cambiado desde el primer álbum al último?
-La espontaneidad del principio sigue ahí. Sin embargo, llevamos siete años juntos y hemos vivido muchas cosas también juntos. Esto se tiene que ir recogiendo poco a poco en los discos y en la forma de plantearnos la música. Cada trabajo resume la etapa, el momento del grupo y, cada uno, debe enseñar la evolución que vivimos en ese momento.
-El amor en sus múltiples vertientes sigue estando presente.
-El amor y, sobre todo, los sentimientos son algo fundamental en nuestras canciones, no sólo el amor entre la pareja. Son lo que mueve el mundo. Hablar de lo que uno piensa o siente requiere, a veces, mucho valor. Aún así, seguimos hablando del amor en un tono melancólico pero positivo, nuestra seña de identidad.
-En esta ocasión, habéis introducido canciones que tratan temas sociales . ¿Por qué ahora?
-Es parte de la evolución del grupo. Seguimos experimentando y probando. Esta vez, surgieron unas melodías que encajaban a la perfección con este otro tipo de letras. No hemos decidido, de repente, cambiar, ha surgido de manera espontánea.
-El hecho de ser cinco amigos que tocáis juntos, ¿implica para el público ganar en normalidad?
-Desde el principio, la gente nos ha visto como personas muy cercanas, como si fuéramos sus amigos. Esto es muy importante porque significa que nunca hemos creado diferencias con el público, que siempre han sentido como si fuéramos de los suyos.