Un día, Diego «el Cigala» susurró al oído de Fernando Trueba la canción «Amar y vivir». Al director le encantó y, al cantaor, le encantó aún más poder cantarla acompañado por el piano de Bebo Valdés. Fue el principio de una relación que se plasmó en el disco «Lágrimas negras» que, esta noche, se presenta en directo en Costa Nord de Valldemossa. El equipo técnico y humano de M7 grabará la actuación para editar un DVD que recogerá los momentos estelares de una noche mágica. El flechazo entre Valdés y «el Cigala» fue instantáneo . «Nos conocimos en un estudio y, enseguida, nos pusimos manos a la obra», afirmó el cantaor. Durante la grabación, cada uno aprendió del otro intercambiando sus culturas y sus maneras de entender la música. Así, Valdés logró «entender las bulerías y los cantes», según sus palabras , y, «el Cigala», «a cantar al piano». «Poder tocar con Bebo ha supuesto uno de los mejores momentos de mi vida, cuando no me enseñaba una melodía me daba un consejo».
Tanto el cubano como el madrileño no dejaron de lanzarse piropos el uno al otro. «La voz de Diego está llena de colores, canta divino», aseguró Valdés. «Bebo lo hace todo fácil», según «el Cigala». Una demostración defeeling que existió entre ambos en el momento de grabar, un instante que el cantaor definió como «mágico y milagroso». El flechazo también se demuestra en los directos. «Nos gusta improvisar durante las actuaciones, dejar de lado lo previsto y arriesgarnos». La razón: «No queremos que se hagan monótonos, cada concierto supone un reto y es diferente al anterior», dijo «el Cigala».
En 1985, Bebo Valdés dejó la música y se dedicó a «la familia». «Cuando llegó Trueba con 'Calle 54', todo cambió, por eso le debo parte de mi vida y por eso le estaré siempre agradecido». Con Trueba ha grabado sus últimos discos y, gracias a él, conoció a «el Cigala». «Fernando es músico, aunque diga que no». Un hecho que, para Valdés, queda demostrado en que el director se encargó de «escoger las canciones del disco».
La voz de «el Cigala» fue lo que decidió qué temas tenían que incluirse en «Lágrimas negras». «Debían adecuarse a mi manera de cantar». La unión que «no fusión», como destacó Fernando Trueba, entre el jazz latino y el flamenco surgió de una manera sencilla y espontánea. «Es música pura y verdadera que sale del alma», explicó el cantaor. Una circunstancia que «se palpa cuando se escucha el álbum». Y, todo, gracias a un susurro entre un cantaor y un director de cine.