Los alrededores del monasterio de Bellpuig han vuelto a dar una sorpresa a los arqueólogos que, poco a poco, van estableciendo un «hilo conductor» para esclarecer su historia. En la campaña que acaba de finalizar se han descubierto varias fosas excavadas en la roca, una necrópolis o enterramientos sobre los que, de momento, se puede decir que son medievales. El material cerámico que cubría el conjunto funerario es de los siglos XIV y XV.
Helena Inglada, arqueóloga responsable de la excavación que promueve el área de Cultura del Consell Insular, explicó que para datar con toda seguridad estos restos, -que pueden ser anteriores a la época medieval-, «es necesario un análisis de carbono 14 porque prácticamente no encontramos material asociado». Lo que quiere decir Inglada es que junto a los huesos y cráneos no aparecieron cerámicas, metales u otro tipo de hallazgos que en la investigación arqueológica son fundamentales para fechar.
En esta ocasión, tercera en que surgen enterramientos en Bellpuig, la excavación fue junto al muro sur de la ermita. Allí se descubrieron cinco tumbas con restos óseos, una vacía y dos más que no se han excavado. La arqueóloga dice que por la forma en que se estaban los huesos, o fue una necrópolis reutilizada o un enterramiento colectivo. Las fosas «están perfectamente delimitadas en la roca» y respecto a los individuos, «algunos salieron revueltos y otros en perfecta conexión anatómica».