IOLANDA PERICÀS
La escultora norteamericana Beverly Pepper trabaja en una de sus
últimas creaciones en el taller Calizas Mallorca de Palma. Pepper
(Nueva York, 1924), que el año que viene protagonizará una
exposición en Mallorca, se caracteriza por crear esculturas de
piedra de grandes dimensiones, como la que realiza aquí con un
bloque de pizarra, que tendrá cinco metros de altura. Pepper vive y
trabaja entre Italia y Estados Unidos, pero se desplaza a
diferentes lugares para llevar a cabo sus proyectos.
-¿Qué nos puede contar de la escultura en la que está trabajando -Está siendo una experiencia fantástica. La escultura tendrá un tamaño de cinco metros de alto, 70 de anchura y 40 de fondo. Antes de empezar a trabajar sólo había visto una fotografía de la pieza, pero la imagen no muestra muchas de las características de este elemento, así que cuando la vi tuve que reinventar la escultura, pese a que había venido con el modelo. Estoy muy agradecida con la gente de Calizas, porque han demostrado tener mucha flexibilidad y sensibilidad con el arte.
-¿En qué fase del proceso se encuentra la escultura? -Está sin acabar, porque los cortes se han de llevar a cabo con una máquina muy grande y tendré que llevar la piedra a su forma, porque la roca y yo estamos inmersos en un combate. Una vez cortada la pieza como yo quiero, volveré y la acabaré. El resultado, pese a que no la concebí así, se parecerá a un altar pagano, en el mejor sentido del término. Creo que el carácter de la pieza es como el de los españoles: independiente. Y esto tiene un significado simbólico para mí.
-Crea la escultura en un bloque de pizarra. ¿Había trabajado nunca con este material? -No. Había trabajado mucho la piedra, pero nunca en pizarra. Quería trabajar con una piedra negra, y no pensé en el granito. Lo único que sabía era que quería material oscuro. Pero yo creo en los accidentes divinos, como cuando se da algo inesperado. Quería un material que se pudiera deshojar, y cuando llegué y vi la piedra me di cuenta de que la naturaleza ya lo había hecho.
-Palma es una ciudad con muchas esculturas. ¿Qué piensa del arte público? -He hecho muchas esculturas públicas y he observado siempre el mismo comportamiento en la gente. Si les das una cosa que no han visto nunca, automáticamente la rechazan, la odian. Pero una vez se sienten cómodos con ella, se vuelven posesivos. Si quieres una buena escultura has de poner a la gente nerviosa, les has de dar algo nuevo.
-Se inició en el mundo del arte con la pintura, ¿qué le hizo pasar a la escultura? -Cuando pintaba hacía pequeñas esculturas que no consideraba arte. Pero en torno a 1960 hicimos un largo viaje por el mundo y en Camboya me impresionaron unas inmensas esculturas entre los árboles. En aquel lugar entró una pintora y salió una escultora. La pintura es más continua y la escultura es como un reto. Los dos son muy físicos, pero en la escultura cuando eliminas algo no puedes volver atrás.
-¿Se ha sentido discriminada en el mundo del arte por ser mujer? -Cuando empecé con las grandes esculturas no sabía que era una mujer, fue más tarde cuando lo aprendí. Por encima de todo tengo que decir que soy una artista, porque no creo en el significado de la palabra mujer para calificar a una artista.