EFE - NAVARRA
Los restos mortales de Jorge Oteiza, considerado como uno de los
más grandes artistas españoles del siglo XX y fallecido el
miércoles en San Sebastián a los 94 años, reposan en la localidad
navarra de Alzuza después de que, tras el funeral oficiado ayer en
Egüés, fueran enterrados en una tumba cavada junto a la de su
esposa, Itziar Carreño. Mirari Arruabarrena, alcaldesa de Orio,
esparció arena de la playa de esta localidad guipuzcoana, la natal
del artista, sobre la tumba de Oteiza, quien, según subrayó su
hermano sacerdote durante la homilía del funeral, «fue un hombre
que siempre buscó la libertad y murió ejerciéndola».
Oteiza, que mantenía una especial relación con Navarra, comunidad a la que donó una parte importante de su obra, había expresado su deseo de ser inhumado en la localidad en la que vivió durante muchos años, en una casa en la que se ha construido el Museo Jorge Oteiza, en el que, desde finales de este mes de abril, fecha prevista para su inauguración, se exhibirán sus creaciones. En un lugar también elegido por él, junto a la iglesia de esta pequeña localidad del valle de Egüés, de 165 habitantes, el artista vasco reposa en una fosa unida a la de su esposa por una doble cruz de bronce, réplica de la diseñada en madera por el escultor con este fin cuando murió su mujer. Sobre su tumba se colocó la reproducción de una de sus obras mientras algunos de los presentes, entre ellos el Secretario de Estado de Cultura, Luis Alberto de Cuenca, y numerosos amigos, autoridades, políticos y representantes del mundo cultural, se despedían del artista entonando el «Agur jaunak».
Oteiza, considerado como el «patriarca» del arte contemporáneo vasco y el principal referente de la escultura en España, murió en San Sebastián, tras más de dos meses hospitalizado a causa de una neumonía, y su capilla ardiente quedó instalada en el Palacio de la Música de Zarauz, donde acudieron a despedirle familiares, amigos y representantes del mundo cultural, social y político. Desde Zarauz, donde el artista residió los últimos años, sus restos mortales partieron hacia la localidad navarra de Egüés, en cuya parroquia de San Martín se celebraron los funerales. La ceremonia religiosa fue oficiada por el párroco de Egüés, Primitivo Tineo, ayudado por el hermano del artista, el capuchino Antonio Oteiza.