ROCIO AYUSO - LOS ANGELES
La celebración de los Oscar estaba en peligro por la guerra, pero
se convirtió en un canto a la paz que no pudieron acallar ni las
severas medidas de seguridad, ni los cortes informativos para
recordar el fragor de la batalla en Irak ni los intentos de control
por parte de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.
«¿Por qué hemos venido a la ceremonia cuando el mundo está tan
agitado? Porque el arte es importante», recordó Nicole Kidman con
el Oscar en la mano. Adrien Brody consiguió saltarse los 45
segundos que se daba a los ganadores para hablar y habló
emocionadamente en contra de la guerra. «No tenía dudas en cuanto a
venir. Lo único que es difícil es celebrar algo cuando hay tanta
tristeza y conflicto con la guerra», dijo este intérprete, que no
sólo consiguió acallar a la orquesta con su discurso en favor de la
paz -«ya creas en Dios o en Alá»-, sino que puso a la sala en pie
de la emoción.
En medio de esta concienciación política, mostrada también de forma más silenciosa en el gesto por la paz hecho por Susan Sarandon o en las insignias que llevaban estrellas como Meryl Streep, Brendan Fraser, Chris Cooper, Kathy Bates, Richard Gere o el propio Roger Moore o Almodóvar, los premios parecieron pasar a un segundo plano.