Joan Nadal Cañellas, doctor de la Sorbona y agregado de la embajada española en la Santa Sede, acaba de publicar el estudio «Jeroni Nadal Morey. La seva vida i la seva contribució a la cultura europea del s. XVI». El libro, que ha contado con la colaboración de Antoni Gili Ferrer, recorre la vida de uno de los intelectuales y religiosos mallorquines más injustamente olvidados. El volumen cuenta con un prólogo de Pere A. Serra, presidente del Grup Serra, que ha impulsado su publicación con motivo de estas fiestas navideñas.
-¿Cómo se gestó el proyecto del libro?
-Pere A. Serra quería hacer una serie de biografías de personajes
mallorquines en Europa. Gente que ha tenido una gran importancia
histórica, pero que -paradójicamente- son desconocidos por los
propios insulares.
-¿Cuál es la importancia rea de Jeroni
Nadal?
-Es un personaje que tuvo mucha importancia en el Viejo Continente.
Fue él quien dio forma práctica a la Compañía de Jesús. Contribuyó
decisivamente a la formación de las élites europeas.
-¿Conoció Nadal personalmente a San Ignacio de
Loyola?
-Se conocieron en París, en la Sorbona. Allí San Ignacio le propuso
entrar en la recién creada orden, pero Nadal, en un primer momento,
no aceptó. Nadal volvió a Mallorca, pero no le fue demasiado bien.
Tuvo algunos fracasos y decidió dedicarse al derecho canónico. El
destino le hizo coincidir de nuevo con Loyola. Al final, se hizo
jesuita. Fue el creador de la «Ratio Studiorum», carta magna de la
enseñanza europea durante varios siglos. Con sus amplios
conocimientos de derecho contribuyó a la creación de numerosos
colegios y universidades jesuíticas. El primero fue el de Messina
(Sicilia), al que siguieron otros en muchos países.
-En su estudio, también aborda la vertiente artística de
este hombre pluridisciplinar.
-Sí. Nadal hizo los dibujos de la llamada «Biblia Natalis», obra
fundamental del grabado holandés del siglo XVI. Y no sólo holandés,
sino también mundial. Nadal inventó estas «meditaciones», cuyos
motivos fueron adaptados a la cultura china, japonesa y de América
del Sur. El padre Mateo Ricci decía que la obra de Nadal en China
era más importante que la Sagrada Escritura, ya que estos grabados
tenían un poder visual excepcional y fueron muy conocidos.