La exposición de pintores baleares, «Desaïllaments» compite desde ayer en la escena cultural berlinesa con una amplia oferta de actividades que, en opinión de Guillem Frontera, comisario de la misma, no perjudica a nuestros artistas por la gran curiosidad de la sociedad alemana ante las iniciativas que se le proponen. La muestra se exhibe en un formato más pequeño que el que se mostró en Barcelona, pero mayor del que estuvo en Roma.
Son más de una veintena de cuadros de Rafa Forteza, Andreu Terrades, Horacio Sapere, Àngel Pascual Rodrigo, Bernardí Roig, Toni Socias, Ramon Canet, Maria Carbonero, Tur Costa, Vicente Calbet, Patxi Echeverría, Matías Quetglas, Joan Bennàssar y Guillem Nadal los que se exhiben en Bethania, un centro cultural situado en la que fue la principal zona alternativa de la ciudad en los ochenta, un edificio rehabilitado que albergó a un orfanato. La inauguración fue ayer por la noche y en el mismo lugar hubo una actuación de la companía Au Ments.
Frontera explicó que «Desaïllaments» recoge a un colectivo de artistas, tres generaciones que incorporaron a la pintura mallorquina a la contemporaneidad. El grupo comienza con los que ya pasan de la cincuentena, artistas que en un momento determinado impulsaron un proceso de aceleración en el arte balear y que, dentro de esas tres generaciones, alcanzaron una sincronía con el resto de los centros de producción artística. Porque, como explicó Frontera a los alemanes, a Mallorca las cosas llegaban tarde y no siempre con la misma vitalidad y sentido interno de su creación en los distintos centros donde se generaba el arte.
Sobre la calidad de «Desaïllaments» frente a la oferta cultural con la que compite, Guillem Frontera apuntó: «El mejor arte no se hace necesariamente en aquellos lugares que están en la cresta de la ola. Hay un muy buen arte en una segunda línea, donde las cosas son más normales».