Nadie duda que en su cabeza bullen infinidad de ideas, pero en su primera comparecencia pública como directora del Museu de Mallorca fue muy difícil que las concretara. Joana Maria Palou, que ha desarrollado buena parte de su carrera profesional en el centro, explicó ayer, en general, su política para el mismo. Lo primero, dijo, es la elaboración de un nuevo Plan Director «para el futuro desde el presente». «Que nadie espere fuegos artificiales», señaló. «Cuando tomé posesión no me dieron una varita mágica».
Palou, que pertenece al cuerpo estatal de conservadores de museos, fue elegida para el cargo porque, según los responsables de la conselleria de Cultura del Govern, es la persona idónea para desarrollar el cambio que necesita el Museo y llegar a todas las capas de la sociedad, de la que ha vivido alejado. Muchos son los problemas que aquejan a este centro «de carácter histórico y cultural» que tiene como finalidad explicar la historia de Mallorca a través de sus colecciones.
«Yo no creo que los problemas sean los económicos», señaló Palou, si bien es cierto que la escasez de recursos ha sido uno de sus males endémicos. Para acercarlo a la sociedad, Palou deberá desempolvarlo y conseguir que fuera de sus estancias deje de percibirse como un lugar cerrado y poco accesible. Por sus palabras parece entenderlo. Se debe dar «una percepción generalizada de que funciona mejor» y ha de estar «abierto a la crítica y opinión».
«Tenemos que aprender a explicar lo que hacemos y que los que nos visitan sepan quienes somos a través de las colecciones». Entre los retos, «ganar visitantes de una manera notable», apuntó Damià Pons, conseller de Cultura del Govern. La cifra del año pasado fue de 11.000. Independientemente de convertirlo en un foco de turismo cultural, "en relación con otros espacios del casco histórico, según Pere Muñoz, director general de Cultura", el Museu debe explicar a los mallorquines «quiénes son y cuáles son sus raíces», comentó la directora.