MARIANA DÍAZ/J.P.F.
La última vez que la obra de Eduardo Chillida se expuso en Palma
fue en 1999, en el 30 cumpleaños de la galería Pelaires, una
muestra que el artista, ya enfermo, no pudo inaugurar y le
representó su hijo Pedro, pintor. A lo largo de su vida, Chillida
mantuvo una vinculación estrecha con Balears mediante sus veraneos
en Menorca y visitas a Mallorca.
Con Menorca la relación fue muy intensa en la década de los 90, tras adquirir la finca «Quatre vents» en Alcaufar Vell, en el término de Sant Lluís. Durante varios años el artista y su familiar pasaron largas estancias en esta vieja casa, espaciosa y de bello jardín. Chillida aseguraba que Menorca le inspiraba para su obra, «por sus formaciones geológicas, sus cambiantes juegos de luz y su color». Pero su idilio con la Isla se rompió cuando entablaron diversos contenciosos con el Ajuntament de Sant Lluís al impedirles hacer una ampliación en la casa al ir en contra de la normativa urbanística. De esta manera Chillida se alejó de Menorca, ya que el hecho le afectó mucho anímicamente.
Las fotografías inmortalizaron a Chillida junto a otros dos artistas, Calder y Sempere, en 1971, en la primera galería Pelaires. Pinya le recuerda «siempre cariñoso y con una personalidad muy potente; también era un excelentísimo poeta, muy profundo, que escribió unos versos preciosos para el catálogo de la exposición de nuestro treinta aniversario, para el que hizo el logotipo». También le califica de «muy amante de su trabajo» y recuerda que «su proyecto para Tindaya, en Canarias, me lo explicó varias veces con una ilusión tremenda; era uno de los artistas más importantes que ha dado España, no sólo aquí, sino a nivel mundial».
La primera exposición individual de la obra de Chillida en Palma fue en el Centre de Cultura Sa Nostra, en 1995, de la que también se editó un catálogo. Albert Ribas, entonces director del espacio, recordó aquel hecho: «Fue una producción nuestra, muy completa e interesante para la ciudad, que comisarió Antonio Niebla, en la que había terracotas, 'gravitaciones' y un granito enorme en el patio; itineró por Eivissa y Menorca, donde Chillida la visitó». Los palmesanos tienen la suerte de contemplar en la Rambla una obra del escultor vasco, «Lugar de encuentro V», pieza que la Banca March compró en 1975 para su sede central y que, en 1998, cedió a la ciudad. Otras dos esculturas forman parte de colecciones mallorquinas. «Mural» pertenece a la Colecció Serra, mientras que «Elogio de la arquitectura», a la Fundación Bartolomé March.
Chillida acompañó a Joan Miró, por quien sentía, según confesó, «una admiración enorme», en su estudio de Son Boter en 1979. En 1992 recorrió la Fundació Pilar i Joan Miró y se encontró con la viuda del artista, a la que visitaba cuando viajaba a Mallorca. Un año más tarde, junto a su mujer, Pilar, recorrió la Seu y el Museo de Valldemossa.