Desde su infancia, Miquel Barceló ha sido un lector voraz y, hoy, a lo que más tiempo dedica después de pintar es, probablemente, a la lectura. Así surgió el motivo de la muestra que el Fons Documental Miquel Barceló dedica este año al autor. La obra se inaugurará el viernes.
Se trata de una gran instalación donde se hace patente la estrecha relación de Barceló con los libros a través de la recreación del estudio del autor en su propiedad de Artà, llamada Sa Devesa. En ella se unen imágenes de la biblioteca de piedra de la finca con imágenes de sus cuadros donde aparecen bibliotecas. Allí se encuentran los libros que de alguna manera están relacionados con él, además de sus catálogos. El montaje ha sido realizado por el fotógrafo Agustí Torres y Marta Torres que han trabajado en estrecha colaboración con Miquel Barceló.
Los libros como soporte de sabiduría, de aventuras e historias pero también como objetos. Ésta es la idea del artista, idea recogida en la presentación de la muestra. «Cuando era niño tuve, muy pronto, acceso a la prodigiosa biblioteca de mi padrino. ¡Qué magnífica reserva de metáforas!. La relación con los libro no me ha faltado nunca. Me gusta la idea de biblioteca como decoración para mi vida».
Fue quizás por eso por lo que entre sus primeras esculturas se cuenta una serie de una veintena de libros recubiertos de yeso y pintura, poco conocidos. También entre las primeras acuarelas de los años setenta, a modo de estudios, se encuentran centenares de dibujos de libros abiertos en los que cada pincelada corresponde a una página logrando, así, el volumen, u otras en las que busca el movimiento a través del pasar de las hojas.
Según Amelie Aranguren, comisaria de la muestra, a finales de los setenta se definió una gran parte de la iconografía de Barceló. Entre los peces, las ostras o las cebollas el libro continuaba siendo un elemento indiscutible. En 1984 y 1985 el tema de la biblioteca se repite constantemente.