Carlos Fuentes se muestra extremadamente crítico con la política actual de Estados Unidos y con la posición de este país en el marco de la globalización. Desde Formentor, donde habló en exclusiva para Ultima Hora , hace inventario tremendo de los problemas mundiales. Con una conferencia sobre «Globalidad, localidad: realidad y legalidad», quien ostenta premios como el Cervantes, el de la Legión de Honor francesa, el Príncipe de Asturias o el I Premio a la Latinidad, inaugurará esta noche (20.30 horas), en el Club Pollença, el tercer ciclo de Futurisme, anunciado bajo el genérico de «Memòria: Globalitat i identitat». Un pensador de lujo para tanta actualidad.
"«Globalidad, localidad: realidad y legalidad». ¿Cómo lo
entiende?
"Ésta no es la primera globalización: lo fue el llamado
descubrimiento de América. Ya entonces, los problemas que surgieron
"conquista de pueblos indígenas, destrucción de grandes
imperios...", exigieron un marco legal. Hoy vivimos un problema
similar, con una realidad que ha desbordado toda legalidad. No hay
legalidad para la nueva realidad de la globalidad. La globalización
es un hecho, que plantea problemas extraordinarios de distribución
de riqueza, circulación de inversiones, justicia y todo lo que ya
sabemos. ¿Cómo se sujeta legalmente esa realidad? Una instancia
importante es la Corte Penal Internacional, pero frente a ella ha
surgido una negativa de la única potencia mundial que dice «aquí se
hace sólo lo que me conviene», que es la negación misma de la
legalidad. Ése «yo quedo fuera de la ley»...
"Pronunciado por los Estados Unidos.
"Y a los demás que se les aplique la ley, pero a ellos no. Éste es
un obstáculo gigantesco para la creación de una legalidad nueva,
que pone en jaque el proceso de globalización. Eso hace Estados
Unidos, quien más se ha beneficiado de la globalización. Ellos
destruyen la posibilidad de una globalización que nos beneficie a
todos.
"Hace un año, en Pollença, usted mostraba terror por la
política exterior de Bush. ¿Cambió su sentir el 11 de
septiembre?
"Primeramente, debo decir que todos sentimos horror y dolor el 11
de septiembre. Dicho esto, el problema es cómo se responde a una
agresión tan brutal. Se ha respondido bombardeando Afganistán. Pero
el problema va más allá, pues si hay que combatir el terrorismo, la
cuestión es cómo hacerlo sin crear tu propio terrorismo, contra los
derechos humanos y los procesos democráticos. Temo que se está
creando una respuesta contraria a las libertades públicas en
Estados Unidos y una agresividad externa hacia los países
considerados el eje del mal, con el «están con nosotros o contra
nosotros» de Bush. Y ésta es la manera de no resolver el problema.
Mientras no haya condiciones de vida mejores para más de la mitad
del planeta, respeto a sus particularidades y a sus aportaciones a
la comunidad cultural, habrá actos de terrorismo como el del 11 de
septiembre. El problema es muy complejo, pero si no se opera dentro
del marco de una legalidad, se fomentará lo que se pretende
combatir: el terrorismo.
"¿Qué se le puede decir a Bush?
"A Bush, nada, porque no le puedes hablar a una silla, ni
convencerla. El problema no es Bush, que es un hombre ignorante y
tonto. Pero está rodeado de un grupo de gente perversa que augura
políticas equivocadas, una falta de comprensión respecto al resto
del mundo, y que tiene la absoluta seguridad de que Estados Unidos
puede actuar sin que nadie se le enfrente. Estados Unidos no
necesita amigos, porque tiene intereses, como dijo John Foster
Dulles, una frase que está detrás de la política actual, lo que
puede conducir a una serie de conflictos imprevisibles que
acabarían por restarle poder. Sería la paradoja de esta situación.
Se están aplicando políticas fuera de la ley, pero que son vistas
de manera totalmente perversa como inherentes al derecho nacional
de Estados Unidos. Cuando Estados Unidos no tiene derecho nacional
que no esté ligado a obligaciones internacionales.
"Le vemos pesimista en los albores del
milenio.
"El problema del nuevo milenio es crear una legalidad para una
nueva realidad. Y no me refiero sólo a lo dicho hasta ahora, sino
también a la ecología, al estatus de la mujer, al respeto a las
minorías raciales, sexuales, religiosas, políticas, al derecho a la
diversidad, a los problemas de desarrollo de los países menos
favorecidos, con medidas y sistemas que no impliquen simplemente
dar dinero a gobiernos corruptos del Tercer Mundo, controlando que
el dinero invertido sirva para el desarrollo de esos pueblos y no
de pequeñas élites corruptas. Armas, salud, educación,
rehabilitación de ciudades, combate al crimen o al narcotráfico,
tenemos un catálogo de problemas tan gigantesco para el siglo XXI
que apenas estoy esbozando unos cuantos de esa inmensa agenda a la
cual deberíamos estar abocados. No a derrocar a Sadam Hussein ni a
otras tonterías de las que se hablan. Es más, los intentos para
regular la emisión de gas del Tratado de Kyoto, para llevar a la
justicia a los culpables de crímenes contra la humanidad del
Estatuto de Roma están siendo saboteados por Estados Unidos, la
única gran potencia. Esta es la situación gravísima en la que nos
encontramos.