Este año tiene firma internacional en la carrera de Amador (Pollença, 1957) quien, tras pasar por Arco y la madrileña galería Max Estrella, concentra el mayor número de exposiciones en Alemania y su presencia en varias ferias de arte. Hasta finales de este mes su trabajo se ve en la galería Lörhl, de Monchengladbach. Tras esta cita le esperan nuevos compromisos en las galerías Angelika Haethan (Sttugart), en julio; Michael Schultz (Berlín), finales de agosto, con una estancia en las ferias de Kunsköln, Art Brusels, Chicago, Art Frankfurt y Art Bassel.
Amador expone pantallas de resina curvadas en resina de poliester de su serie los mercados o las ciudades. Los primeros con el colorido de los productos y las gentes; las segundas, vacías. El ser humano en su elemento, en su entorno, que el artista observa detrás el ojo de la cámara; y la falta del mismo en la metrópoli.
Tampoco faltan sus «Germinacions», a modo de cuerpos que surgen de la tierra porque es dentro de ella cómo las crea, abriendo surcos en los que vierte la resina. De ahí surgen las formas. También dualidad: el vacío y el lleno, la naturaleza y el material pura tecnología. Es un casi un rito mágico, como una exhumación.