La Fundación Miró de Barcelona muestra desde hoy en una exposición la serie de grabados que Joan Miró dedicó al arquitecto Antonio Gaudí, que habitualmente no se exhiben en la colección permanente. En la misma exposición, se pueden contemplar cuatro grandes fotografías de obras de Gaudí de las muchas que hizo Joaquim Gomis (1902 - 1991), amigo y colaborador de Miró, que fue uno de los primeros creadores españoles en utilizar un lenguaje moderno en la fotografía.
La directora de la Fundación, Rosa Maria Malet, explicó ayer que «en su juventud, Miró coincidió con Gaudí en las sesiones de dibujo de modelo en el Círculo Artístico de Sant Lluc, en Barcelona, y aunque no llegaron a conocerse personalmente, Miró manifestó siempre una gran admiración por la obra del arquitecto, de quien valoraba su espíritu arriesgado y su sentido de la improvisación».
Cuando en los años 50 Miró y el ceramista Josep Llorens Artigas reciben el encargo de los murales de la Unesco de París, buscan la inspiración en el arte prehistórico y en el arte románico, pero también, subraya Malet, en la arquitectura de Gaudí. De una visita al Parque Güell de Barcelona, extrae Miró la fuerza y el clima necesarios para emprender la fase decisiva del mural de la Unesco. El propio Miró reconoce en uno de sus escritos que «un disco inmenso hecho en la pared misma y que dejaba la piedra al descubierto, muy semejante al que yo había pensado grabar y pintar en el gran muro, golpeó mi imaginación».
Malet comenta que «a partir de ese momento, Gaudí se convirtió para Miró en una fuente de referencia, sobre todo cuando se enfrenta a la cerámica». A mediados de los años setenta, en reconocimiento a esa influencia, Miró decidió rendir un homenaje al arquitecto con una serie integrada por 21 grabados de diferentes formatos, en los que Miró «explota sin vacilaciones las distintas posibilidades que le ofrecen las técnicas del grabado: aguafuerte, aguatinta al azúcar o el gofrado, o el collage de fragmentos de papel. En estos 21 grabados que ahora se presentan juntos, una sucesión de personajes fantásticos que configuran los trazados negros y los ajedrezados de colores, con una especial recreación en las curvas y en las ondulaciones.