Siempre ha resultado curioso que el mejor libro sobre Barcelona lo haya escrito un australiano residente en Nueva York, de nombre Robert Hughes. A él se ha dirigido también la BBC para que realice un programa especial sobre Gaudí. En Palma, el crítico de arte de la revista «Time», autor de «El impacto de lo nuevo», «A toda crítica» o «La cultura de la queja» ha contemplado el baldaquino que realizara Gaudí en la Seu, se ha sorprendido con el «Cristo-mariposa» que está al frente de la pieza y se ha enamorado del interior de la Llonja, «una de las obras más bellas que he visto en mi vida». Admirado por su rigurosidad y odiado porque dice justo lo que piensa, Hughes no rehuye la polémica, que en su caso significa sólo posicionarse a contracorriente.
En una entrevista, que publica hoy de forma íntegra Ultima Hora en su edición de papel, Robert Hughes asegura que «La gente seria, siempre siente un deseo sincero por la belleza. De hecho, el arte tiene una capacidad de discernimiento o discriminación más fino que el de ese enorme entramado mediático en el que estamos metidos. El arte es capaz de enseñar las cosas que no se saben hacer, que es realmente lo más atractivo que tiene. Lo interesante para mi no es ver una pintura e irme pensando que yo lo puedo hacer, sino ver una obra y darme cuenta que ni en un millón de años podría hacerla, incluso habiéndola visto, no podría ni copiarla. Es más, ya no creo en una estética basada en el desarrollo de estilos que reemplazan otros estilos. Absolutamente, no creo en el progreso del arte. Es una idiotez decir esto. Degas no estaba gateando como la lava de un volcán para que Paul Klee pudiera volar como una mariposa. El arte no evoluciona de un nivel más bajo a un nivel más alto».